El conflicto entre Estados Unidos e Irán ha reavivado la posibilidad de un alza drástica en los precios del petróleo, lo que podría tener implicaciones significativas para la economía ecuatoriana. Expertos consideran que, de agravarse la situación geopolítica, el barril de crudo podría superar nuevamente los 100 dólares.

Las tensiones escalaron tras recientes ataques e intercambios militares en la región del Golfo Pérsico, una de las zonas clave para la producción y transporte mundial de petróleo. Un posible cierre del estrecho de Ormuz —por donde transita aproximadamente el 20% del crudo global— encendería las alarmas en los mercados internacionales y presionaría al alza los precios.

Para Ecuador, un país dependiente de las exportaciones petroleras, un incremento en el precio del barril podría representar un alivio fiscal temporal, ya que permitiría mejorar los ingresos del Estado. Sin embargo, analistas advierten que también podría generar impactos negativos en los costos de combustibles importados y en la economía doméstica, especialmente si el conflicto deriva en una mayor inestabilidad global.

Además, un escenario de guerra ampliada en Medio Oriente podría alterar cadenas logísticas y provocar volatilidad en los mercados financieros, afectando el tipo de cambio, el riesgo país y el flujo de inversiones hacia economías emergentes como la ecuatoriana.

Economistas consultados señalan que el país debe prepararse para ambos escenarios: tanto para un repunte de ingresos por exportaciones de crudo como para un encarecimiento del subsidio a los combustibles, que ya representa una carga considerable para las finanzas públicas.

Por ahora, el Gobierno ecuatoriano no ha emitido un pronunciamiento oficial sobre los posibles efectos del conflicto internacional, aunque se espera un monitoreo constante del comportamiento del mercado petrolero y de las tensiones en la región del Golfo.