Las modificaciones aprobadas en la Asamblea Nacional, como el regreso al método de adjudicación de escaños de Hond y la introducción de nuevos umbrales para la supervivencia jurídica de las organizaciones políticas, han sido presentadas como intentos por reducir la fragmentación del sistema electoral. Pero para el analista político Juan Manuel Fuertes, estos cambios no resuelven el problema de fondo: la ausencia de partidos políticos verdaderamente funcionales.
“Lo que se requiere no es solo una reforma al Código de la Democracia, sino una reforma política integral”, advirtió Fuertes en entrevista con Ecuavisa. Según él, las organizaciones políticas actuales no cumplen el rol de representar ni articular los intereses de la ciudadanía, y operan más como empresas electoreras clientelares que como verdaderas estructuras ideológicas.
Aunque desde la Asamblea se ha dicho que se busca “achicar la cancha”, Fuertes sostiene que, lejos de consolidar una democracia más funcional, las reformas consolidan una polarización ya existente entre el correísmo y el movimiento oficialista de Daniel Noboa. “Esto no es consecuencia de las normas, sino de la precariedad del resto de los competidores políticos. Muchos son solo calcomanías, agrupaciones de papel”.
Además, cuestionó el reglamento vigente sobre alianzas políticas, que distorsiona la representación real de las organizaciones. “Si una alianza obtiene el 6% de los votos, ese porcentaje se asigna completo a cada una de las agrupaciones, lo que impide que desaparezcan incluso si no tienen fuerza propia. Es una tontería matemática”, dijo.
¿Se perfila un bipartidismo? Depende del cristal con que se mire
Fuertes reconoció que un bipartidismo podría, en principio, facilitar la gobernabilidad. “Menos ruido en el escenario político puede ayudar a tomar decisiones”, dijo. Pero advirtió que eso solo funcionaría si las dos fuerzas dominantes tuvieran propuestas serias, idearios claros y estructuras consolidadas. Algo que, en su criterio, solo cumple el correísmo.
“El movimiento ADN no es un partido político estructurado, sigue siendo una agrupación de papel. Y mientras no existan partidos modernos, ni el multipartidismo ni el bipartidismo garantizarán una democracia más sólida”, sentenció.
Otro efecto colateral que observa Fuertes es el fortalecimiento de una fragmentación política a nivel local. “Aunque se debiliten algunas agrupaciones nacionales, veremos una explosión de movimientos provinciales y parroquiales, lo que hará inviable cualquier proyecto de país”, afirmó.
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