Ecuador encabeza los rankings de actividad emprendedora en América Latina y supera incluso a países más desarrollados, según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2024–2025. Sin embargo, detrás de este aparente éxito se esconde una realidad preocupante: la mayoría de los emprendimientos ecuatorianos surge por falta de empleo, no por una apuesta estratégica de crecimiento.
El 90,55% de los emprendedores ecuatorianos inicia su negocio ante la imposibilidad de encontrar un trabajo formal. Así, el emprendimiento se convierte, más que en un motor de desarrollo, en una herramienta de subsistencia. Esto limita la innovación, la sostenibilidad y la capacidad de los negocios para escalar.
La mayoría de estos nuevos emprendedores tiene entre 25 y 44 años, pero solo uno de cada cuatro cuenta con estudios superiores. A este bajo nivel de formación se suma la escasa incorporación de tecnología: apenas el 9% de los emprendedores utiliza inteligencia artificial como parte de su estrategia, reflejando una desconexión con las tendencias globales.
Las mujeres emprendedoras enfrentan obstáculos adicionales. Aunque representan casi la mitad del ecosistema, siguen teniendo menor acceso a financiamiento, redes de apoyo y capacitación. Además, las tareas de cuidado siguen recayendo principalmente sobre ellas, dificultando aún más su participación plena.
“El enfoque de género no puede seguir siendo un apéndice. Tiene que ser el eje de las políticas públicas si queremos un ecosistema emprendedor justo y sostenible”, afirma Vanesa Gallardo, docente de la Business School de la UIDE.
El informe también identifica otros cuellos de botella que frenan el desarrollo empresarial: excesiva burocracia, dificultades para acceder al financiamiento, débiles incentivos a la innovación y falta de políticas públicas articuladas a largo plazo.
Entre las recomendaciones del informe están: fortalecer la educación emprendedora desde la escuela, simplificar los procesos regulatorios, ampliar el acceso al crédito y promover una cultura de innovación con propósito.
“El gran desafío es transformar el emprendimiento en una verdadera opción de vida y no en una salida de emergencia”, señala Gallardo. Para ello, sostiene, se necesita menos discurso motivacional y más formación estratégica, pensamiento crítico y herramientas digitales.
Aunque las cifras muestran un país que no deja de emprender, el reto es transformar esa necesidad en una oportunidad real de desarrollo sostenible.
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