En el cambio de época actual, las creencias y verdades de la época industrial a superarse están en lucha contra aquellas que emergen en los albores del informacionalismo, confundiéndose entre ideologías decadentes, fake News, creencias religiosas, dogmas nacionalistas y más, donde el grito, la ofensa y el conflicto son el común denominador y las guerras la última solución.

Todas esas viejas creencias, se mantienen en tanto cuanto se mantengan sus instituciones y seguidores, así, los regímenes dictatoriales se van imponiendo y las democracias tambaleantes entre uniones y desencuentros, se observan al borde del fin de sus historias.

El mismo conflicto permea a nivel de familias, las nuevas generaciones se muestran anacrónicas en la inmediatez de la década pasada, produciéndose un conflicto generacional cada vez más precoz, que lo podemos observar incluso entre milenials de 30 y más años vs. Zetas de 20 años y alfas de 15, no se diga contra los valores y costumbres de los “X” y peor aún de los “baby boomers”.

La tecnología de la información y la comunicación, es usada cada vez más como refugio y sistema de vida de los usuarios, los algoritmos son diseñados para mantener su atención permanente a través de estímulos continuos de los sistemas sensoriales y emocionales de recompensa, entregando una información que realimenta el consumo de productos que van desde la alimentación hasta la sexualidad y desde lo lúdico hasta creencias arraigadas en sentimientos de pertenencia.

De esta manera, la inteligencia artificial como el chatGPT, Grok, Gemini y muchos más, siguen aprendiendo en tanto más usuarios se integren, han pasado a ser la última palabra para generar “verdades” y toma de decisiones, ya que los argumentos de la pregunta dirigen su respuesta, todo depende de cómo se plantee la pregunta con datos relevantes (creencias) que son tomados en cuenta por el ordenador para fabricar la respuesta de acuerdo a esos moldes.

En otras palabras, el ordenador contestará la pregunta en función de las creencias del usuario: si le doy datos científicos el resultado así será, si le doy datos místicos lo propio y si le doy bases con sesgos ideológicos así será su contestación; por eso la pregunta es más importante que la respuesta, en una era en que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, nos van cambiado las preguntas”, como reza un dicho de la cultura aymara.

El bot tiene como premisa: “la pregunta califica al usuario, tanto como la respuesta que dirige su camino y su destino”.