Taiwán endurece su política comercial y suma a Huawei y SMIC a su lista negra tecnológica

Jun 16, 2025

El Gobierno de Taiwán ha incluido oficialmente a las empresas chinas Huawei y Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC) en su lista negra de control comercial, una decisión que refuerza las restricciones sobre la exportación de tecnología sensible y profundiza la confrontación tecnológica con Pekín.

La medida, anunciada por el Ministerio de Economía a través de la Administración de Comercio Internacional, implica que cualquier transferencia de productos estratégicos hacia estas compañías requerirá una autorización expresa del Ejecutivo taiwanés. Con ello, Taipéi busca evitar que actores vinculados con la expansión militar o tecnológica de China accedan a desarrollos avanzados en semiconductores e inteligencia artificial.

Huawei y SMIC pasan así a formar parte de un grupo de más de 600 entidades internacionales sujetas a regulaciones especiales por motivos de seguridad nacional, entre las que también figuran empresas e instituciones de Irán, Rusia y Corea del Norte.

El anuncio ocurre en un contexto de creciente tensión geopolítica, donde Taiwán fortalece su alineamiento con Estados Unidos en el control de tecnologías estratégicas. La decisión taiwanesa se suma a las sanciones ya impuestas por Washington contra las mismas firmas chinas, consideradas clave en el plan de autosuficiencia tecnológica del gobierno de Xi Jinping.

Analistas coinciden en que este nuevo obstáculo representa un golpe directo para las ambiciones de China en el sector de semiconductores, ya que limita aún más el acceso a componentes críticos y maquinaria de fabricación de chips. Al mismo tiempo, refuerza el papel de Taiwán como actor central en la cadena global de suministros tecnológicos.

Empresas como TSMC, el mayor fabricante de microchips del mundo, ya operan bajo estrictos marcos regulatorios internacionales, y la medida no afectará de manera inmediata su operatividad. Sin embargo, introduce nuevos mecanismos de supervisión y control que podrían redefinir el comercio regional en tecnología de punta.

Con esta decisión, Taiwán lanza un mensaje claro: no está dispuesto a permitir que sus avances tecnológicos sean utilizados para fortalecer a su principal adversario estratégico.



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