Cada conglomerado social comparte creencias y valores fruto de mitos, tradiciones, teorías, principios, hipótesis, evidencias y un largo etcétera, que organizan el comportamiento de las personas a través de leyes explícitas y en su gran mayoría implícitas, marcando la historia y evolución en cada contexto de sociedades, pueblos, naciones y estados.
Con el advenimiento de la tecnología de la información y la comunicación, muchas de estas creencias van mutando hacia lo que las tendencias y los grupos de trolls insinúan, en su mayoría fake news que generan expectativas sociales diferentes, que conducen a la frustración, la ira y el agravio.
Los ámbitos de influencia son muchos: en la esfera de la sexualidad, la alimentación, y el descanso hasta en las emociones, el pensamiento y las decisiones económicas, culturales y políticas, que generan esperanzas a los diferentes grupos sociales y nos llevan a adoptar conductas basadas en falsas premisas que generan falsas promesas y terminan en decisiones equivocadas para unos y correctas para otros.
Ventajosamente existe el conocimiento que emerge de la investigación y la ciencia que aunque no es la última palabra, pues va evolucionando con la tecnología y la innovación, nos guía en lo más cercano a la verdad y nos permite ser más conscientes y alejarnos de los dogmas.
En la esfera de la conducta sexual, hombres con cerebros femeninos y viceversa, fruto de muchos factores biológicos, adoptan comportamientos de lo más variados, que les genera conflictos desde su niñez y adolescencia, agravados por el desconocimiento y prejuicios de padres y sociedades intransigentes, con mentes atrapadas en el oscurantismo de creencias que se resisten a superarlas.
En el ámbito de la alimentación, la industrialización de sabores, colores y aromas, con más de 1500 disruptores endocrinos y microplásticos, generan gustos y búsqueda de satisfactores contaminantes, que más allá de las consecuencias negativas en la salud, inflan las cuentas de los productores.
Las expectativas que generan los juegos en ordenadores y telefonía se ha convertido en un monstruo que invade mentes de niños y viejos, desde los juegos de azar hasta la pornografía.
Las expectativas políticas parten de creencias en dogmas decadentes, transformando a sus seguidores en presas fáciles de pseudo-líderes que a través de falsa información y la alienación de sus mentes obedientes por ejércitos de trolls, son el común denominador en la nueva era informacional.
0 comentarios