A tan solo 29 días de la posesión de la nueva Asamblea Nacional, la bancada de Revolución Ciudadana, liderada por Rafael Correa desde el extranjero, ha experimentado una serie de deserciones y abstenciones que han debilitado su cohesión y capacidad de influencia legislativa.
En este corto período, tres asambleístas han abandonado las filas del correísmo. David Arias, representante de Galápagos, fue expulsado tras votar en favor de la Ley de Inteligencia, contrariando la postura oficial del movimiento. Sergio Peña y Mónica Salazar también se han distanciado, con Peña respaldando al oficialismo en diversas votaciones clave.
Además, al menos 14 legisladores de la bancada han optado por la abstención en momentos decisivos, a pesar de que la línea oficial era votar en contra. Esta tendencia se evidenció en la elección de autoridades del Legislativo, donde Ana María Raffo y Carlos Vargas se abstuvieron en la votación para la presidencia y vicepresidencias, respectivamente, a pesar de que sus compañeros votaron en bloque en contra.
La falta de unidad se ha manifestado también en temas de política exterior, como la discusión sobre la presencia de bases militares extranjeras en Ecuador. Aunque la postura oficial era rechazar cualquier reforma que permitiera su instalación, varios miembros de la bancada se abstuvieron en la votación, evidenciando discrepancias internas.
Estas divisiones han dejado a la Revolución Ciudadana sin el control del Consejo de Administración Legislativa (CAL) y con una bancada fragmentada que, aunque sigue siendo la segunda fuerza en la Asamblea, ha perdido influencia frente al oficialismo y otras agrupaciones políticas.
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