Juntos o no hay salida

Jun 11, 2025

Por Jorge A. Gallardo

No hay novedad respecto de la decisión gubernamental de medir su fuerza real en el espacio legislativo. Ya por la mayoría lograda para la instalación de la Asamblea, la conformación del Consejo Administrativo (CAL) y la integración de las comisiones permanentes; ya por el rotundo e incuestionable apoyo recibido en la elección presidencial; ya por la enorme presión popular porque el régimen sea acertado y oportuno en su tarea de atacar los más acuciantes problemas; ya porque el único anhelo de los ecuatorianos es vivir mejor en todos los órdenes: seguridad, empleo, salud, educación, dotación de servicios, etcétera.

La presentación, con carácter económico urgente, de proyectos de ley para volver más efectivas las luchas contra el crimen trasnacional y contra la corrupción en la contratación pública, exige una discusión profunda, de enorme calidad moral y patriótica, por parte de cada uno de los asambleístas. Es decir, debe imponerse el interés nacional. Por consiguiente, los términos originales de los mismos, si eso es lo conveniente para su aplicación eficaz en beneficio de todos, pueden modificarse, eliminarse, mejorarse. Lo que no puede ni debe suceder es que la ciega oposición política, niegue a los ecuatorianos contar con tan imprescindibles instrumentos legales. Tampoco el gobierno, por supuesto, no puede ni debe ser insensible y rechazar todas las observaciones, pretendiendo hacer creer que su visión de la realidad es única y hasta perfecta. ¡Así no funcionan las cosas!

Al margen de lo que quieren “los agoreros del desastre”, que, evidentemente, no les importa un rábano el bienestar de los ecuatorianos, sino exclusivamente esperan el fracaso gubernamental para ganar las próximas elecciones; lo mismo de lo que se especula en torno a la consistencia de la mayoría lograda por el gobierno en la asamblea, “pegada con baba” para algunos y lista para acabarse más pronto que tarde, para otros, el gran anhelo nacional va absolutamente por otra parte: quiere que los asambleístas hagan abstracción de lo particular, lo ideológico, lo partidista; se sintonicen con la realidad y su impostergable necesidad de que solo aunando hombros, esfuerzos y capacidades, es posible dar el salto que permita al Ecuador instalarse en el camino de la prosperidad.

La tarea del gobierno central es compleja, pero aún así susceptible de ser más llevadera y positiva con el concurso cívico de la asamblea nacional, lo mismo que de la población en general. Ya veremos qué pasará. Que no sean, ojalá, más frustraciones.



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