El presidente Daniel Noboa ha designado como vocera presidencial a una insigne correísta. El nombramiento ha sorprendido a los que votaron por Noboa, sin entusiasmo por él, más bien por temor o rechazo al correísmo. De entre todas las funciones públicas, es en la información donde un correísta está como la espina en la carne.
La revolución ciudadana se apartó de los estándares internacionales sobre libertad de expresión y de los acuerdos suscritos por el Estado ecuatoriano. Definió el derecho a la información como un derecho colectivo y pretendió que sea el Estado el custodio de la verdad. Dictó una ley de información considerada como ley mordaza por organismos internacionales.
El expresidente Correa persiguió a periodistas y medios de comunicación que no estaban alineados con su gobierno y fue censurado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Creó una red de medios públicos para reducir la influencia de los medios privados y creó organismos de censura y sanción a la prensa.
Con esos parámetros trabajó la vocera del palacio. Habló mal del presidente y de periodistas independientes ¿Cómo explicar su presencia en este gobierno? Puede ser un caso de amistad personal, tal vez sea la estrategia política de acercar figuras de la oposición, ¿será que cambió de ideas y opiniones y es ahora una conversa?
Sobre cambios de opinión es insuperable el caso de Pedro Sánchez en España; ha hecho todo lo que aseguró que no haría, chantajeado por los aliados que le mantienen en el gobierno. Cuando le hicieron notar las mentiras dijo que no ha mentido, sino que ha cambiado de opinión. Ante esta confesión parece aplicable la aporía del mentiroso.
Si el mentiroso dice “miento”, dice la verdad y el que dice la verdad no miente, luego el mentiroso no es mentiroso. En la era de las opiniones la verdad se desvanece y aparecen los relatos como esquema de información. En el caso que nos ocupa habría que preguntar si mintieron o cambiaron de opinión.
ESTA es su única opinión: $$$