Ecuador se ubica como el cuarto país de América Latina con peor calidad de sueño, según una encuesta de la firma internacional Win Boys. El estudio revela que el 60% de los ecuatorianos sufre algún tipo de trastorno relacionado con el descanso, un dato que enciende las alertas médicas y sociales. Chile lidera esta preocupante lista con un 77%, seguido por México (69%) y Argentina (66%).
Para la neuróloga María Mercedes Zambrano, entrevistada en el programa Contacto Directo de Ecuavisa, las consecuencias de dormir mal van mucho más allá del cansancio. “El que no duerme bien, se enferma”, advirtió. Explicó que la falta de sueño afecta el metabolismo, aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión, diabetes, infartos y hasta enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La situación es aún más crítica entre los jóvenes de 18 a 24 años: el 46% reporta dificultades para conciliar el sueño y siete de cada diez admiten desvelarse por el uso excesivo de tecnología. “La luz azul de los dispositivos electrónicos inhibe la melatonina, la hormona que regula el sueño, y activa el cerebro justo cuando debería descansar”, detalló Zambrano.
Pero el daño no solo es individual. La médica explicó que una sociedad que duerme mal se vuelve más irritable, menos productiva, emocionalmente inestable y con mayor propensión a la violencia, incluso en el entorno familiar. “Si no se duerme bien, no hay fase REM, que es clave para estabilizar nuestras emociones”, afirmó.
Zambrano desmintió también la creencia de que el sueño perdido se puede recuperar durante el día: “No es lo mismo. Solo en la noche el cerebro elimina las toxinas relacionadas con enfermedades como el Alzheimer”.
Finalmente, recomendó medidas básicas de higiene del sueño: evitar pantallas al menos una hora antes de dormir, tener una dieta ligera en la noche, hacer ejercicio por la mañana y reducir el estrés en las tardes. Dormir entre 7 y 9 horas diarias en la edad adulta no es un lujo, es una necesidad vital.
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