El monarca británico, Carlos III, participó en la apertura del Parlamento canadiense, donde pronunció el Discurso del Trono, subrayando los desafíos sin precedentes que enfrenta Canadá, especialmente en relación con las recientes tensiones con Estados Unidos.
Durante su intervención, el rey destacó que, desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo no había sido tan peligroso e inestable, señalando que Canadá se enfrenta a desafíos sin precedentes en la vida contemporánea. Estas palabras hacen referencia indirecta a las declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, quien sugirió la posibilidad de que Canadá se convierta en el 51º estado de Estados Unidos.
Carlos III enfatizó la importancia de valores como la democracia, el pluralismo, el Estado de derecho, la autodeterminación y la libertad, afirmando que son principios apreciados por los canadienses y que el gobierno está decidido a proteger. Recordó que, en 1957, la reina Isabel II inauguró la sesión del Parlamento en un contexto de amenazas similares a la libertad y la democracia.
El monarca también resaltó la identidad única de Canadá, reconocida mundialmente por su valentía y sacrificio en defensa de sus valores nacionales, así como por la diversidad y amabilidad de sus ciudadanos. Señaló que el gobierno está comprometido en proteger las instituciones que promueven esta cultura e identidad.
Además, Carlos III valoró las promesas del nuevo gobierno de Mark Carney de centrarse en los intereses de los canadienses, lo que incluye la reconstrucción y reinversión en las Fuerzas Armadas. Estas medidas buscan mejorar las capacidades de defensa del país y contribuir en conflictos internacionales, como la guerra en Ucrania.
El rey también mencionó las reformas económicas en curso, destinadas a abordar las principales preocupaciones de la población. Su presencia en la apertura del Parlamento es poco común, siendo la primera vez desde 1977 que un monarca británico participa en este evento, lo que subraya la gravedad de la situación actual y el compromiso de la Corona con la soberanía canadiense.
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