Antes que nada, expreso el pesar de mi familia y mío propio por el fallecimiento, este reciente 22 de mayo, del Dr. Luis Alfredo Palacio González, eminente cardiólogo, ex ministro, vicepresidente y presidente de nuestro Ecuador del alma; lo que me recordó unas experiencias que con él compartimos y que en su homenaje relato: Por circunstancias que no vienen al caso, hace pocos años, cuando él residía sirviendo profesionalmente a esta ciudad-puerto-balneario que es Manta, mi hogar tuvo el honor de recibir su grata visita en compañìa de Roberto Romero von Buchwald -actual Superintendente de Bancos- una cardióloga venezolana y otras personas más. La buena química personal de todos fue inmediata, especialmente en los más adultos del grupo, Alfredo y este “Contador de Historias”.
Aparte de los iniciales y casi triviales temas y por las ínfulas de periodista que poseo, poco a poco fui descubriendo el área humana y social de este personaje, un ex Presidente de la República, hasta llegar a nuestros comentarios de los problemáticos hechos de todo órden que en ese entonces ya vivíamos, remontándonos finalmente a su presidencia y diversas circunstancias que ahí sucedieron.
Lo intensamente tratado y el par de copas de vino ingeridas, atrevidamente me permitieron espetarle: “Así que tú eres el culpable”, refiriéndome a que él fue quien escogió como ministro al entonces desconocido economista y ahora innombrable individuo, quien aprovechando ese verdadero podium inició su actividad política, luego de discrepar con su jefe y una suerte de mentor, el presidente Palacio, para luego, por más de una década ser presidente de nuestro Ecuador y a su vez con sus adláteres, por sus delincuenciales actos y en sus creados 5 poderes del Estado, llevarnos al estado de cosas que aún vivimos.
Destaco que con Alfredo casi totalmente coincidían nuestros conceptos socio-económicos, lo que fue acercando las orillas de todo orden en los espacios que ejercíamos, él en su mundo científico de servicio y este servidor como un ciudadano más, con pretensiones de empresario y periodista. Tan bien nos caimos, que meses después con otras pocas personas, con mi esposa fuimos invitados a celebrar su cumpleaños en el departamento que ocupaba en un edificio ubicado en Barbasquillo. Luego, sus ocupaciones y las mías, tan diferentes, hicieron que unas veces más contactáramos al paso, hasta que debió regresar a su natal Guayaquil a continuar con su ejercicio médico.
Ahí es que le llegó a Alfredo su partida final, casi coincidiendo con este 24 de mayo y el posible final de una larga y controvertida época que se inició cuando él nombró de ministro a quien ahora es solo un fugitivo y agitador, quien a este Ecuador dejó sumido en más hoyos que los que poseen los profesionales campos de golf, que son 18; figurados orificios y/o abismos socio-económicos de los que esperamos salir con el buen ejercicio de esta nueva generación de gobernantes que -con la asunción del Presidente Daniel Noboa A.- hemos elegido, y a la que exigiremos cumplan con absolutamente todos los ecuatorianos de esta patria que democráticamente ha confiado ellos.
¡Descansa en paz, querido y estimado Alfredo, siempre te recordaremos en mi familia!
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