Cada 15 de mayo, la memoria palestina revive un horror silenciado: la Nakba de 1948, cuando más de 700.000 palestinos fueron expulsados tras la fundación del Estado de Israel. Este 21 de mayo, en Quito, se conmemoró esa fecha con un acto solemne en la Campana de la Paz, parque La Carolina. No fue solo una ofrenda floral: fue un gesto de resistencia ante el olvido impuesto, la ocupación maquillada de defensa y la sistemática negación del relato palestino.
La Nakba —“catástrofe”, en árabe— sigue vigente y como denuncia el historiador israelí Ilan Pappé en La limpieza étnica de Palestina, no fue un daño colateral, sino un plan deliberado. En 1948 no existía Hamás, pero sí un proyecto colonial que, bajo la lógica de la limpieza étnica, buscaba desplazar a un pueblo entero. Más de 500 aldeas fueron arrasadas, grupos paramilitares sionistas perpetraron una ola de ejecuciones, violaciones y mutilaciones, incluso contra mujeres embarazadas.
A muchos de los asesinados, unos 15 000, se los arrojó a fosas comunes, en una operación de exterminio que no solo buscaba el control del territorio, sino la erradicación del pueblo que lo habitaba. Esa lógica sigue operando: bombardeos, desplazamientos forzados, colonias ilegales, apartheid, bloqueo inhumano. ¿Tiene Israel patente divina para violar el derecho internacional? La idea de un “pueblo elegido” puede ser espiritual, pero, usada para justificar violencia y supremacía, es una doctrina peligrosa.
El horror del Holocausto no puede ser escudo para justificar los bombardeos, la colonización y la negación de derechos a millones de palestinos. El proyecto sionista, con respaldo incondicional de potencias como EE. UU. —donde una parte significativa del poder económico judío opera— ha criminalizado toda crítica. Universidades que exigen justicia para Gaza son hoy tildadas de “marxistas” o “antisemitas”. Netanyahu, por su parte, acusó a Francia, Reino Unido y Canadá de antisemitas y de querer premiar a Hamás por pedir el fin del bloqueo. Según la ONU, si no entra ayuda urgente, podrían morir más de 14.000 bebés en Gaza.
Y en medio de ese desastre humanitario, el presidente Noboa, durante su reciente gira internacional, declaró ante Netanyahu que “los enemigos de Israel son enemigos de Ecuador”. ¿Quiénes son esos enemigos? ¿Los civiles bajo escombros? ¿En qué lugar de la historia quiere estar usted? Ojalá estemos —todos— del lado correcto, no como cómplices de una limpieza étnica.
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