Ecuador sin brújula: el exilio de los pensadores

May 6, 2025

Por Clemente Pérez Negrete

La crisis del pensamiento en Ecuador no es un fenómeno reciente. Se gestó en un contexto político y social donde el pensamiento crítico fue desplazado por la propaganda, y la reflexión profunda fue reemplazada por eslóganes vacíos. El país ha vivido una suerte de exilio interno de sus pensadores. Si bien algunos aún resisten, muchos han caído en el olvido o han preferido callar para evitar las consecuencias de un poder que no tolera la crítica. Quienes se atreven a cuestionar se enfrentan a un muro de indiferencia, o peor aún, a la persecución. En lugar de ser escuchados y respetados, estos académicos y analistas se ven relegados a un espacio marginal, mientras los charlatanes y opinadores sin formación se apoderan de los medios y de las redes sociales.

Los grandes medios, lejos de ser plataformas para el análisis riguroso, se han convertido en herramientas de entretenimiento superficial. La prensa ecuatoriana, en vez de fomentar la reflexión y el debate serio, reproduce noticias vacías y comentarios sin sustancia. Las secciones de opinión son una sombra de lo que fueron, dejando de ser espacios de enriquecimiento intelectual para convertirse en tribunas de intereses coyunturales y populismo sin rigor.

Los verdaderos referentes del pensamiento, aquellos que deberían estar en las universidades o institutos educativos, son hoy una especie en peligro de extinción. Más allá de su desaparición, el problema radica en que, mientras los pensadores callan o son ignorados, la sociedad avanza con ausencia de ideas.

¿Usted, amable lector, conoce el nombre del presidente de la Corte Nacional de Justicia? Seguramente no. Así de intrascendente se ha vuelto la máxima autoridad judicial. El espacio público ha sido invadido por quienes no tienen nada que decir —desprovistos de profundidad—, pero sí mucho que opinar, sin el más mínimo conocimiento.

¿Dónde están el contralor general, los exembajadores, los historiadores, los sociólogos, los politólogos? ¿Por qué no intervienen? Su silencio es más doloroso cuanto más se necesita su voz en tiempos de crisis.

La crisis que vive Ecuador no es solo económica o social, es una crisis de sentido. Sin un pensamiento claro que oriente las decisiones del gobierno y de la sociedad, el país está condenado a la deriva. El actual presidente debe comprender que su rol no es solo el de administrar el poder, sino el de liderar un cambio profundo en la cultura política nacional.

Salvo notables excepciones, el gobierno no ha convocado a los mejores cerebros del país para diseñar un proyecto nacional serio y sostenible. Tampoco podemos exonerar a los medios tradicionales, que han cerrado sus puertas a voces lúcidas por no ser “vendibles” o “convenientes”. La falta de espacio para el pensamiento crítico no es inevitable, es una decisión editorial que ha empobrecido el debate y trivializado la política.

Este espacio no busca debilitar ni menoscabar a un gobierno que recién comienza, sino todo lo contrario: es un llamado sincero a fortalecerlo. A partir del próximo 24 de mayo, todos los ecuatorianos debemos dejar atrás la polarización que nos dividió en la segunda vuelta electoral. El país necesita unidad. Requiere que pensemos juntos, que impulsemos en la misma dirección una política social robusta, una estrategia de seguridad ciudadana eficaz y, sobre todo, una cultura profunda de respeto a la ley.

Ecuador no puede ni debe resignarse a vivir bajo el yugo de la delincuencia organizada. Los Grupos de Delincuencia Organizada (GDO) deben ser enfrentados y derrotados con decisión y estrategia. No hay espacio para la neutralidad frente al crimen. Esta es una guerra que el país debe ganar. Y para lograrlo, necesitamos ideas, liderazgo y, sobre todo, recuperar el pensamiento como herramienta de transformación.



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