Apague la luz y vámonos

May 5, 2025

Por José Vales

Los testeos sociales, cuando no es una pandemia es un corte masivo de energía eléctrica, siguen al pie del guion. El mismo en el que el pasado 26 de marzo, tuvo su participación estelar Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, para recomendar enfáticamente a la población del Viejo Continente la existencia de un kit de supervivencia por 72 horas, ante cualquier contingencia. Nadie puede acusar a la funcionaria de no haber avisado, cuando el pasado lunes España, Portugal y el sur de Francia (como así también algunas áreas de Alemania) se quedaron a oscuras por más de 10 horas, en algunos casos.

Todos se acordaron de la presidenta europea. Por el momento, la funcionaria de origen alemán cobró aires de pitonisa o tarotista, profesión que ostenta otra mujer con poder en las antípodas europeas, como Karina Milei, hermana del presidente argentino. 

Para algunos se trató de un ciberataque, para otros de una falla en el sistema de interconexión eléctrica y para Pedro Sánchez, quien volvió a actuar como cuando la Dana que inundó Valencia, guardando silencio por más de seis dramáticas horas: “No sabe/no responde”.

Una semana después, todavía ningún responsable político reportó el nivel de pérdidas, no ya económicas, sino en salud, en vidas humanas. Difícil de creer que no las haya habido, con sólo hacer una rápida consulta entre el personal médico y paramédico de algunos hospitales.

Hay una realidad contundente: el sistema eléctrico europeo es deficiente y dependiente de múltiples factores. Cuando no es de Rusia, es de Marruecos, y ahora, desde el inicio del plan estratégico de la UE para reemplazar los combustibles fósiles por los verdes y contrarrestar la energía nuclear, todo viene funcionando al límite y con altibajos. Y, con esa realidad, varias conjeturas. Nadie descarta la hipótesis de un sabotaje. Tampoco de un atentado de “falsa bandera” y, lo que sería más grave, un panorama provocado desde algún sector del gobierno español (todas las miradas, incluso las de Portugal y Francia se dirigen a Madrid) para distraer a la sociedad en medio de una actualidad compleja. La decisión de Sánchez de endeudarse aún más para rearmarse a tono con el resto de los países europeos y desviar la atención cuando vienen de procesar a su hermano, David Sánchez, por corrupción. En tiempos prebélicos todo es posible.

Y “prebélicos” por ponerle un nombre. Es que guerras y proyectos en funcionamiento sobran. La de Rusia y Ucrania viene con novedades, ahora que Donald Trump aprovechó las exequias del papa Francisco para acordar con Volodímir Zelenski, para que le ceda la explotación de las tierras raras. “Éramos pocos y llegó el tío Tom…”. 

Por su parte, Trump apunta todos los cañones contra Irán, mientras que India y Pakistán protagonizaron esta semana una escalada militar sin precedentes en los últimos años. Todo un panorama acorde a lo que podría ser la tan mentada Tercera Guerra Mundial, si se observan con detenimiento todos los análisis geopolíticos de los think-tank más respetados, aun cuando la madre de todas las guerras sigue siendo la arancelaria que el excéntrico Donald abrió con China. 

En un contexto semejante, anuncios como el de Von der Leyen (que los gobiernos de Francia y Reino Unido acataron al pie de la letra) y su posterior puesta en escena, no faltarán en el futuro inmediato. El del lunes habría sido la primera de las maniobras de este teatro de operaciones a las que los europeos deberán ir adaptándose. Y aquí es necesario hacer un párrafo aparte. 

Una vez producido el apagón, cundió la desesperación en las calles, en los hospitales, en las fábricas y en el transporte. Con el correr de las horas, los españoles, por caso, fieles a su idiosincrasia, convirtieron la jornada en alegres manifestaciones en plazas y parques y por la noche, cuando ya la ingesta de alcohol y la música había aplacado los temores, celebraron el regreso de la luz con una algarabía propia del mundial 2010. Como si la sociedad viviese ausente del momento que se vive en la región. Como si no importara lo que nos pueda ocurrir en el futuro inmediato, en tanto humanidad, manos de una clase dirigente que en vez de hombres y mujeres de Estado, fungen como mayordomos obedientes del poder real, cuya tarea central es articular una nueva era de control estricto del ciudadano, donde la IA y el euro digital (ese que Von der Leyen y su troupe apuran para poner en funcionamiento en octubre próximo), sean el disparador de un nuevo tiempo. Recién ahí, como sociedad, no habrá mucho lugar para celebraciones al aire libre, porque cuando despertemos de esa suerte de hipnotismo colectivo al que nos somete la era digital, no tendremos tiempo de acomodar nada, solo de apagar la luz, si es que todavía hubiese energía, e irnos… 



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