María José Pinto asume el reto de recuperar la Vicepresidencia tras la crisis con Verónica Abad

Abr 30, 2025

Luego de meses de tensión institucional entre el presidente Daniel Noboa y su exvicepresidenta Verónica Abad, el Gobierno busca recomponer el papel del segundo cargo más alto del Ejecutivo con la designación de María José Pinto. El desafío: devolverle legitimidad, visibilidad y funciones reales a una figura que quedó debilitada tras la ruptura.

Durante su primer mandato, Noboa optó por marginar a Abad enviándola a una misión diplomática en Israel, sin acceso a decisiones de alto nivel. Esa distancia no solo fracturó el binomio presidencial, sino que alimentó el debate sobre la utilidad misma de la Vicepresidencia.

Con Pinto, cercana políticamente al mandatario, el Ejecutivo intenta dar un giro. Pero no basta con la lealtad: expertos advierten que se necesita más que afinidad para rescatar el valor institucional del cargo.

Para la catedrática Raquel Veintimilla, el Gobierno debe otorgarle funciones concretas, especialmente en temas sociales o de diálogo territorial, y hacerla parte de la toma de decisiones clave. Solo así se podría revertir el daño causado a la imagen de la Vicepresidencia.

El analista político Fernando León coincide. Asegura que, si bien Pinto ha mostrado apertura y contacto con la ciudadanía, su verdadero impacto dependerá de si se le permite ejercer con autonomía. De lo contrario, el cargo corre el riesgo de convertirse, nuevamente, en una figura decorativa.

El trasfondo legal también pesa. Según el constitucionalista José Manuel Portugal, aunque el Presidente tiene libertad para definir las tareas de su vice, esa discrecionalidad no es absoluta. Una exclusión sistemática podría incluso generar acciones legales, ya que afectaría derechos políticos fundamentales.

La apuesta de Noboa, por tanto, no solo es simbólica. Tiene implicaciones institucionales y jurídicas. Revalorizar la Vicepresidencia con Pinto es una oportunidad para restablecer la confianza en el sistema político. Ignorarla nuevamente, en cambio, podría profundizar las fracturas y debilitar la legitimidad del binomio presidencial.



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