El economista Augusto de la Torre, docente de Columbia University y exjefe del Banco Mundial para América Latina, analizó el panorama del Ecuador frente a los organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y el BID. Aunque destacó que el país ha mejorado su reputación por reformas como el aumento del IVA y el inicio de la reducción de subsidios a los combustibles, advirtió que aún queda trabajo por hacer.
De la Torre señaló que la comunidad internacional ve con simpatía los esfuerzos ecuatorianos, pese al difícil contexto de inseguridad y crisis eléctrica. Sin embargo, advirtió que el programa de facilidad extendida con el FMI —firmado en 2023 y vigente hasta 2027— sufrió retrasos debido a la transición electoral, lo que postergó la revisión de metas prevista para marzo de 2025.
El economista mencionó que algunas metas clave no se han cumplido, como la reducción del gasto fiscal y la presentación de un cronograma de pago al IESS. Además, indicó que la entrega de $600 millones en bonos durante la campaña electoral generó preocupación entre los multilaterales.
De la Torre recalcó que ahora Ecuador debe aprovechar la oportunidad para presentar un nuevo programa que convenza al FMI. Este debería incluir:
- Disciplina fiscal real y sostenible.
- Acuerdos claros de pago de deudas internas.
- Profundización de reformas, como la eliminación del monopolio de Petroecuador en la refinación y comercialización de combustibles.
“El Fondo Monetario va a valorar no solo la cantidad de las reformas, sino también su calidad”, enfatizó.
Sobre la reciente visita de la ministra de Economía a Washington, De la Torre confirmó que se reunió a alto nivel con el FMI, el Banco Mundial y el BID, y que dejó una buena impresión. Sin embargo, aclaró que fue una primera conversación y que los detalles del nuevo programa aún deben negociarse.
Finalmente, explicó que el FMI suele usar proyecciones de crecimiento conservadoras para fijar metas fiscales, buscando evitar errores por sobreestimaciones. Aun así, si Ecuador presenta reformas estructurales que impulsen el crecimiento —por ejemplo, en el área laboral o turística—, esto fortalecería su posición ante los multilaterales.
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