Un Encuentro Histórico: Diego Neria Lejárraga, el Primer Transexual Recibido por el Papa Francisco en el Vaticano

Abr 25, 2025

Diego Neria Lejárraga nunca imaginó que una llamada telefónica cambiaría su vida. En 2014, tras ser víctima de un cruel ataque homofóbico en su pueblo, decidió escribirle una carta al Papa Francisco, buscando consuelo y comprensión. Tres meses después, recibió una llamada inesperada desde un número privado: era el Papa Francisco. “Soy el Papa Francisco, te he leído y quiero que vengas a Roma”, le dijo, invitándolo a un encuentro que marcaría un hito en su vida.

La historia de Diego comenzó mucho antes de esa carta. Desde pequeño, supo que su identidad de género no coincidía con el sexo asignado al nacer. A lo largo de los años, sufrió el rechazo de la sociedad y la Iglesia, enfrentando insultos y discriminación, especialmente por su orientación sexual. Sin embargo, tras una ardua transición física, hormonal y legal, Diego decidió escribir al Papa, quien, al conocer su historia, le ofreció algo más que consuelo: un abrazo espiritual.

El encuentro en Roma fue emocionalmente abrumador para Diego y su pareja, Macarena. Durante una hora y media en la residencia de Santa Marta, compartieron una conversación íntima con el Papa, quien se mostró cercano, cálido y comprensivo. “Fue como estar en el cielo”, recuerda Diego, quien sintió que, por primera vez, la Iglesia lo aceptaba como era. Francisco le transmitió su fe inquebrantable y lo hizo sentir que, a pesar de todo, era un hijo de Dios, sin importar su identidad de género.

Diego describe al Papa Francisco como un superhéroe. La calidez y el apoyo que le brindó le devolvieron la confianza en sí mismo y en su fe. Para él, Francisco no solo fue un líder espiritual, sino un rescatador, el hombre que le devolvió la dignidad y le demostró que la Iglesia podía ser un espacio de inclusión.

A lo largo de los años, Diego ha compartido su historia y el impacto que este encuentro tuvo en su vida. Hoy, lo recuerda con gratitud y cariño, sabiendo que fue uno de los pocos privilegiados en ser recibido oficialmente por un Papa.



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