Apenas unos días después de la muerte del papa Francisco, las palabras del Monseñor Alfredo Espinoza, arzobispo de Quito, resonaron con fuerza:
“El gran legado del papa Francisco es el amor (…) Fue un hombre que amó, tierno, cercano y misericordioso”.
En una emotiva entrevista en el espacio 24 Horas de Teleamazonas, Espinoza compartió recuerdos íntimos del Pontífice, destacando su profundo vínculo con Ecuador y, en particular, su apuesta por la educación como un camino de esperanza.
Uno de los momentos más significativos que relató el arzobispo ocurrió durante la visita del papa Francisco a Ecuador en 2015. En un acto oficial, se discutió la necesidad de que los padres puedan educar a sus hijos según sus creencias y se pidió el retorno de la enseñanza religiosa en el sistema educativo.
Al finalizar el discurso, Francisco tomó la mano de Espinoza y le dijo: “Che, lo dijiste todo. Bien, bien. No te quedaste con nada”. Esa frase, sencilla pero poderosa, marcó al líder religioso ecuatoriano.
La parábola del sembrador: un mensaje que sigue dando frutos
El papa Francisco utilizó la parábola del sembrador para dirigirse a más de 5.000 personas reunidas en Ecuador. Su mensaje, según Espinoza, inspiró una década de compromiso con la educación basada en valores y en la fe.
“No se ha perdido la esperanza ni la alegría de enseñar”, sostuvo el arzobispo. Además, señaló que la educación en el mundo católico es incluso más económica que en el sistema fiscal, defendiendo así su valor y sostenibilidad.
“Francisco no solo fue amor, también fue espontáneo, bromista, humano. Un Papa que sabía tocar corazones sin perder la sonrisa”, recordó Espinoza con emoción.
Para el arzobispo de Quito, el legado del papa argentino trasciende lo doctrinal y se encarna en una Iglesia viva, comprometida y sensible con la realidad de los pueblos. En Ecuador, dijo, su mensaje sigue sembrando fe, amor y educación.
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