Terminaron las elecciones y el candidato presidente Daniel Noboa ganó ampliamente la segunda vuelta, y gobernará el país los siguientes cuatro años. En estas 48 horas post victoria se hicieron muchos análisis de las razones por las cuales fue una aplastante victoria.
Creo que la principal razón es que Luisa González, de la Revolución Ciudadana, no fue la candidata adecuada del correísmo o más bien dicho del único dueño de la tendencia el prófugo, Rafael Correa. Es que el mandamás de la Revolución Ciudadana quedó traumado en 2017, cuando su candidato escogido, Lenin Moreno, llegó al poder y al ver que la mesa no estaba servida, optó por gobernar fuera de las líneas partidistas. A raíz de ese momento, el ex presidente decidió que quienes sean sus candidatos a la Presidencia deben ser personas cuyo principal requisito sea someterse a sus disposiciones, órdenes y caprichos, es prohibido discrepar o salirse de su yugo.
Y es, precisamente, esto lo que le sucedió con Luisa. Durante la segunda vuelta tuvo que dedicarse a vender, sin éxito, la idea de que ella era la que iba a gobernar. Mientras los otros militantes del correísmo hablaban de la dolarización a la ecuatoriana, ella aclaraba que el sistema económico del dólar estaba firme, si ganaba. Mientras algunos coidearios cuestionaban la elección de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, Luisa replicaba que ella si reconocería al Gobierno del incapaz de Maduro. Mientras se pronunciaban a favor de la ayuda militar gringa, ella decía que en su potencial gobierno se implementará en los barrios los Gestores de La Paz.
El pueblo ecuatoriano se dio cuenta, de forma clara que la potencial gobernante del país no iba a ser Luisa González, sino el delincuente Rafael Correa, quien en estos últimos siete años únicamente se ha destilado odio, violencia y estorbado a todo proyecto país diferente a su ideología. Estas son las razones por las cuales el pueblo le dio las espaldas a Luisa González, quien, lamentablemente, prestó su nombre e imagen para que allí reposen las sobras de lo que fue Rafael Correa.
Y para cerrar con broche de oro su paso por la política, también fue el eco de gente impresentable como Correa y Maduro al decir que existió fraude. Digo decir, porque no han presentado ni una sola prueba
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