El sector petrolero ecuatoriano atraviesa una de sus peores crisis, con una producción a la baja y una falta de inversión. A pesar de que esta actividad representa casi el 30% de los ingresos del país, la producción se estancó en 473.000 barriles diarios en 2024 y continuó cayendo en 2025, afectando gravemente la economía.
Uno de los principales factores de esta crisis es el bajo desempeño de Petroecuador, que produce el 80% del petróleo del país. Además, la inestabilidad administrativa y la falta de modernización de las refinerías agravan la situación. La refinería de Esmeraldas, la más grande del país, opera solo a un 80% de su capacidad, produciendo menos de la mitad de lo que podría.
A pesar de la importancia del sector petrolero, los candidatos presidenciales Daniel Noboa y Luisa González apenas mencionan este tema en sus propuestas. En su plan de gobierno, Noboa plantea una inversión en infraestructura y tecnología para actualizar las refinerías y oleoductos, y destaca su apoyo a una mayor participación del sector privado en la industria. Sin embargo, no especifica los montos ni los plazos.
Uno de los puntos polémicos ha sido la intención de Noboa de delegar la gestión del campo Sacha a un consorcio privado. Este campo es clave debido a su alta producción y calidad de petróleo, pero su delegación generó críticas por las condiciones del contrato propuesto. Tras las críticas, el gobierno decidió cancelar el proceso, aunque dejó abierta la posibilidad de licitar el campo en el futuro.
Por su parte, Luisa González no menciona al sector petrolero en su plan, pero habla de impulsar la petroquímica y la transición hacia una economía post-petrolera. En cuanto a la refinería del Pacífico, un proyecto abandonado por el correísmo, González propone retomarlo, a pesar de los señalamientos de sobrecostos y falta de avance.
La exgerenta de Petroecuador, Marcela Reinoso, destaca la necesidad urgente de aumentar la producción, una tarea que no se aborda en los planes de los candidatos. También sugiere que, en lugar de construir una nueva refinería, se debe modernizar la existente en Esmeraldas y optimizar las plantas de Shushufindi y La Libertad.
Ambos candidatos deben abordar de manera más concreta la crisis del sector, especialmente en lo que respecta a la modernización de las refinerías, la atracción de inversión privada y la sostenibilidad social y ambiental. Sin una gestión efectiva y una política coherente, la gobernabilidad del sector petrolero podría verse aún más comprometida.
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