Ecuador vive lo que algunos autores denominan Democracia 0, es decir la “democracia de baja intensidad” (democracia electoral) que sería el grado más bajo de desarrollo democrático. Es el “grado cero” del desarrollo democrático, el punto de partida más elemental, y nada más. Voy a seguir el texto de Merchand Rojas: La ideología neoliberal antidemocrática. Clases sociales y desigualdades de riqueza e ingreso en México (2022)
Tampoco como sociedad, nos movemos en un segundo nivel que es la democracia política. Un grado el grado de representación política efectiva, una genuina división de poderes, una mejora en los mecanismos de participación popular mediante plebiscitos y consultas populares, facultades para los cuerpos legislativos, creación de órganos especializados para controlar al Ejecutivo, derechos reales de acceso público a la información, financiamiento público de campañas políticas, instrumentos institucionales para minimizar el rol de los grupos de presión política e intereses privados, etc. Los ciudadanos y los políticos, todos, nos saltamos las reglas.
Estamos muy lejos, como ecuatorianos, de llegar al nivel más alto y sustantivo de la democracia. La llamada democracia social. Resultado de la democracia electoral y política que conlleva al desarrollo pleno de la ciudadanía con un amplio espectro de derechos en términos de estándar de vida y acceso universal a la educación, la vivienda, los servicios de salud, la seguridad social, entre otros, y el cuarto nivel y más alto grado desarrollo de desarrollo democrático es la democracia económica, que significa que el soberano democrático debe contar con las capacidades efectivas para participar en las decisiones económicas más importantes que tienen influencia en su vida.
Merchand Rojas, cita a Chomsky quien escrudiña los diez principios fundamentales de la concentración de la riqueza y que para efectos prácticos se traduce en un secuestro de la democracia a favor de los intereses de las élites, sumiendo a un gran porcentaje de la población en la miseria y desesperanza más cruel. Vale la pena citar estos diez principios: 1) reducir la democracia, 2) modelar la ideología, 3) rediseñar la economía, 4) desplazar la carga fiscal, 5) atacar la solidaridad, 6) controlar las entidades reguladoras, 7) manipular las elecciones, 8) someter a los más pobres, 9) fabricar consenso y 10) marginar a la población.
Estas desigualdades crónicas (sociales, económicas y políticas) tarde que temprano se manifiestan como un freno a la economía. También los niveles inaceptables de desigualdad crónicos tienen su correlato de descontento social agudo e incluso se pueden generar movimientos sociales que atenten peligrosamente contra el status quo.
La desigualdad está ahora a la vanguardia del debate público, pues ante la evidencia acerca del 1% (concentra la riqueza) y el 99% (es desposeído) se muestra la magnitud de la desigualdad y que esta debe ser atendida por ser el peligro más grande del mundo.
El mundo ahora es más dual que nunca: una minoría social y económicamente triunfadora y una gran mayoría empobrecida tanto a nivel económico como de estatus social. Las sociedades contemporáneas son cada vez más clasistas y expulsan del éxito social y económico a la mayor parte de la ciudadanía (Sandel, 2020: 9).
Merchand Rojas, citando a Fraser, Nancy y Rahel Jaeggi (2018), sostiene que el proyecto hegemónico, el neoliberalismo, se ha acabado; es posible que conserve su poder de dominación, pero ha perdido la capacidad de convencer, pues está demostrado fehacientemente que el modelo neoliberal genera un impacto en la distribución del ingreso que es colosalmente regresiva: a los pobres los hace más pobres y a los ricos más ricos.
A lo anterior, la reconocida autora Anabel Hernadez, al investigar la penetración del narcotráfico en México, subraya que el ciclo de violencia y corrupción que afecta a este país no llegará a su fin hasta que los niños en pobreza reciban oportunidades provistas por fuera del narcotráfico. De otra manera seremos un país que como otros se llaman “narcolandias”.
Las amenazas a la democracia no son sólo los mercados globales, también responden a la ausencia de proyectos políticos que reclamen la inclusión, la aceptación del descontento, la diversidad de opiniones, la irrelevancia buscar crecimiento económico para luego y sólo luego redistribuir los beneficios. Propuestas políticas conscientes que sean capaces de sostener el Estado sin lucrar de sus atributos. Si queremos salir de la democracia de baja intensidad la pobreza y las desigualdades deben estar en la agenda.
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