Un devastador terremoto de magnitud 7,7 sacudió este viernes el centro de Myanmar, causando estragos en el país y sintiéndose con fuerza en Tailandia, India y China. Edificios derrumbados, carreteras partidas y cientos de víctimas marcan el impacto de la catástrofe.

El sismo golpeó con violencia al mediodía (6:00 GMT), con epicentro a 16 km de la ciudad birmana de Sagaing. En Myanmar, la junta militar declaró estado de emergencia en seis regiones, mientras las imágenes desde Mandalay y Naipyidó muestran calles devastadas, templos históricos en ruinas y hospitales colapsados con heridos.

En Bangkok, a 1.000 km del epicentro, el pánico se apoderó de la ciudad cuando los rascacielos oscilaron como si fueran juncos. Un edificio de 23 pisos en construcción se desplomó, dejando al menos tres muertos, 68 heridos y 81 obreros atrapados bajo los escombros.

Ayuda humanitaria en riesgo

Aunque la comunidad internacional se prepara para asistir a los afectados, la situación en Myanmar es crítica. Con el país sumido en conflictos internos y bajo un férreo control militar, las restricciones podrían dificultar la llegada de ayuda.

Las cifras oficiales de víctimas aún son inciertas, pero los rescatistas alertan que podrían contarse por centenares. El gobierno birmano ha solicitado apoyo urgente, pero la respuesta internacional enfrenta desafíos debido al aislamiento impuesto por la junta militar.

Esta tragedia llega en un momento devastador para Myanmar, donde millones ya sufrían desplazamiento por la violencia. Ahora, el terremoto agrava una crisis humanitaria que parece no tener fin.