Siete reclusos de la Penitenciaría del Litoral, la cárcel más grande de Ecuador, murieron entre el 20 y el 23 de marzo en circunstancias sospechosas. Según información policial, los cuerpos no presentaban heridas de violencia o armas de fuego, lo que ha llevado a las autoridades a sospechar que las muertes estarían relacionadas con una enfermedad, posiblemente tuberculosis en al menos cuatro de los casos.

Los primeros fallecimientos ocurrieron el 20 de marzo, cuando hallaron dos cuerpos en los pabellones dos y diez. Un día después, otro cadáver fue encontrado en el pabellón cuatro. Finalmente, el 23 de marzo, se reportaron cuatro muertes más en los pabellones cuatro y doce.

A pesar de la gravedad del caso, el Servicio Nacional de Atención Integral a Privados de Libertad (SNAI) aún no se pronuncia oficialmente.

Hasta el 11 de marzo, el Ministerio de Salud Pública (MSP) aseguraba que no había muertes por tuberculosis en las cárceles del país, aunque reconocía que solo en la Penitenciaría del Litoral había 565 reclusos diagnosticados y en tratamiento.

Sin embargo, organizaciones de derechos humanos como el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH) y la Pastoral Penitenciaria han alertado desde hace meses que la situación es aún más grave. Según sus reportes, hasta 1.000 internos podrían estar enfermos y muchos no tendrían acceso a medicamentos.

El CDH ha instado al Gobierno a declarar una alerta sanitaria, advirtiendo que el riesgo de contagio no solo afecta a los privados de libertad, sino también a sus familiares, agentes penitenciarios, militares y personal de los centros carcelarios.

La tuberculosis es una enfermedad altamente contagiosa que se propaga a través del aire, mediante partículas expulsadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. Los médicos recomiendan que quienes presenten tos con flema o sangre por más de dos semanas usen mascarilla y busquen atención médica inmediata.