Las decisiones y las relaciones entre todos los seres humanos, con el planeta y la vida, parten de dos fuentes: principios básicos que se sostienen en creencias e ideas a las cuales nos aferramos porque estamos convencidos que es la verdad, y/o de un análisis de la situación actual para satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones, en el futuro inmediato y a largo plazo.
Las necesidades inmediatas como la comida y la enfermedad son impostergables y deben satisfacerse de inmediato, por lo tanto las ideologías y creencias no tienen mayor importancia, estas toman relevancia sobre todo cuando se trata de satisfacer aspiraciones en en el futuro.
Cuando la situación actual es relativamente estable y el futuro prometedor, las ideas y las acciones más apropiadas serán las que emergen de los patrones que fuimos creando en nuestra experiencia de vida, premisas y verdades que no necesariamente requieren ser demostradas, por eso nos aferramos a líderes que nos aseguran esas verdades.
Cuando la situación del presente es insegura y riesgosa con elementos agresores en el entorno, se debe decidir qué es lo más conveniente, para tomar la mejor decisión, pues no se trata de seguir viviendo en su zona de comodidad, complicarse o morir, las convicciones pasan a ser una carga.
Si coinciden convicciones y conveniencias, nos sentimos sólidos y triunfadores, pero si la realidad descalifica nuestras premisas y creencias, entramos en conflicto y buscamos hechos, evidencias, criterios y sobre todo nuestra experiencia, para tratar de definir cuál es el escenario más propicio para nosotros, nuestras familias y la sociedad.
El mundo y el Ecuador en particular al encontrarse sumergidos en la incógnita del cambio de época, en donde las crisis, la inseguridad, las falsas noticias, el hampa y el crimen organizado generan una vulnerabilidad sin parangón en la historia, entramos en el dilema de decidir entre la convicciones que nos da nuestra experiencia y la conveniencia de enfrentar esta nueva realidad; se trata de una encrucijada, en la que debemos decidir entre falsas premisas y falsas promesas conocidas con líderes cuestionados y sumergidos con claras evidencias de descarados complots.
En un cambio donde la crisis y la vulnerabilidad frente al horror del crimen organizado nos acosa en el presente, lo más conveniente para nosotros y nuestras familias es olvidar viejas convicciones que ya no son válidas en la nueva época emergente y decidir por quien muestre las mejores propuestas para vencer a este nuevo enemigo.
Excelente análisis que demuestra imparcialidad, pero también nos lleva a reflexionar si vamos a seguir el camino en base a nuestras convicciones o lo haremos porque nos conviene más. Compleja la situación que vive nuestro país y el mundo.