El mundo de los apodos (I)

Mar 20, 2025

Por Kléver Bravo

Para esta lectura, recordamos a nuestro público lector que las líneas que vienen a continuación tienen el estricto derecho de admisión. En morocho, amigo lector, si usted se cree un ser humano serio, formal, sobrio, parco, iluminado, es mejor que no ingrese a esta columna, porque su contenido es tema de risa, pero también de reflexión; de jolgorio, pero también de identidad; de jovialidad, más no de antropología pura. Dada la aclaración, vamos entonces a viajar por este mundo tan interesante y tan virtuoso como es el mundo de los apodos. Un mundo virtuoso, porque, tener la experticia para poner apodos, es una virtud de muy pocas personas; algo así como una ciencia, una ciencia inspirada en el humor y en la identificación de las personas; porque no hay herramienta tan fácil y tan digerible para ubicar a la persona, o grupo de personas, como es el apodo, ya que viene a ser una marca, una voz identitaria cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.

En esta tierra equinoccial, donde la Filología es un mito, poco o nada se ha estudiado sobre este tema. De lo poco que ha salido a la luz, destaca don Justino Cornejo con su libro Apodos, chapas o agnomentos en la lengua y el folclore, editado por la Biblioteca Municipal de Guayaquil, al celebrar el primer centenario de este autor. Entre las páginas de esta obra, Cornejo recuerda que, en su pueblo natal Puebloviejo, provincia de Los Ríos, más conocido como el “Paraíso de los sobrenombres”, los apodos de sus habitantes ya estaban marcados; sin embargo, cuando alguna persona que pisaba por primera vez este paraíso, no bastaba en dar sus primeras palabras de presentación, su vestimenta, su oficio, su postura, su gentilicio, alguna alteración física, incluso su olor… suficiente para darle la bienvenida con un apodo.

Esto en Puebloviejo. No obstante, nuestra tierra equinoccial tiene mucho de esta ciencia, especialmente en aquellos grupos primarios que habitan en parroquias rurales, o también en círculos sociales más cercanos inmersos en el barrio o en el trabajo. El diccionario dice que esta ciencia se llama Onomástica, nosotros la llamaremos la Ciencia de los Apodos, porque muchos de estos motes, nombre de pila, chapas, sobrenombres, están fuera del diccionario, a pesar de que su autor, o autores, siempre serán un sinónimo de Fuenteovejuna; o sea, imposible llegar al responsable, a la fuente, al autor intelectual de este hecho científico, ingenioso, creativo … Además, para este ingenio no existe premio alguno, peor algún concurso local o nacional. Algo falta por ahí. 

Sea lo que sea, los apodos vienen de forma individual o colectiva y son exclusivos de la raigambre popular. Recordemos que de los apodos salieron los apellidos. En la mayoría de los casos, no son tomados como una ofensa; empero, de un inicio, son dichos a espaldas del afortunado, hasta que se entere y no se enoje. Aceptado el apodo, la vida se hace más fácil.  

Por un lado, es de reconocer que los apodos aparecen como generación espontánea; por otro lado, los apodos también se heredan. Todos con el mismo propósito: identificar los valores o defectos de la persona o del grupo de personas. Lo que sí es de aplaudir, es que la identidad es la primera función de los apodos. Por todo esto hemos de insistir, amigo lector: si usted se cree un ser humano serio, formal, sobrio, parco, iluminado, es mejor que no ingrese a esta columna, ya que la columna del próximo jueves vendrá cargada de ejemplos. Con el resto, Ahí nos vemos.



6 Comentarios

  1. No pues así querido KLEVER. Las papas vienen con el estofado de una!!!

    • Excelente relato de los apodos mi Mayor, estaré a la espectativa de la próxima entrega

  2. Mayo nos dejó picados, un abrazo

  3. Quedo a la espera del siguiente capítulo Saludos

  4. Muy interesante, identidad que nos pone un sello, pendiente del siguiente capítulo

  5. Quien no tiene un apodo. Hay que tener mucho ingenio e imaginación para poner a un amigo el apodo correcto y por supuesto sentido del humor. En el aula escolar es donde se inician los apodos que perduran toda la vida. Interesante obra Klever. Gran idea rescatar nuestros apodos. Espero el jueves para continuar con la obra.



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