El derrame de crudo originado en El Vergel, Quinindé, Esmeraldas, no solo está alterando la región ecuatoriana, sino que también tiene repercusiones en Colombia, debido a la cercanía de los ríos afectados. Técnicos de Petroecuador trabajan para reparar el oleoducto que sufrió un deslave y ha causado una fuga de petróleo, y aunque se están tomando medidas para evitar que el crudo avance, el daño sigue extendiéndose.
En el sitio, la maquinaria ha logrado estabilizar el terreno afectado y se están reemplazando 60 metros de tubería dañada. Los técnicos preparan los tubos para la soldadura, con la esperanza de retomar el bombeo de petróleo para el viernes. Mientras tanto, miles de barriles de crudo se están recolectando en piscinas de contención para evitar que el petróleo siga avanzando hacia los ríos Caple, Viche y Esmeraldas, cuyas aguas llegan hasta Colombia.
Contaminación que llega a Colombia
En Cube, a 31 kilómetros río abajo, se concentra la mayor parte del crudo. Los trabajos se enfocan en retirar el petróleo utilizando un skimmer, pero los efectos del derrame son cada vez más graves. A pesar de las barreras implementadas, el crudo sigue avanzando aguas abajo y ha comenzado a afectar a las comunidades ribereñas de Colombia. Este avance del petróleo pone en riesgo los ecosistemas de los dos países, lo que podría generar consecuencias más amplias si no se controla rápidamente.
El 17 de marzo de 2025, se retiraron 8 tanqueros de 10 mil galones, un promedio diario desde el 13 de marzo. Sin embargo, las autoridades reconocen que no hay datos precisos sobre la cantidad de crudo derramado, aunque se estima que ya se han retirado 200 tanqueros. La limpieza de la zona tomará meses, lo que implica un reto considerable para las autoridades de ambos países.
En las riberas del río, las comunidades de la zona han comenzado a sufrir los efectos del derrame. En Ecuador, los habitantes ya han recibido agua potable en bidones y tanques de almacenamiento, pero la situación sigue siendo crítica. La población ha tenido que caminar largas distancias para conseguir agua, y el fuerte olor del petróleo ha afectado gravemente la calidad de vida.
Una residente expresó: “Nos está afectando demasiado porque nosotros vivimos a la orilla del río y en las noches el olor del petróleo no nos deja dormir”.
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