Las fuerzas del poder político, económico y tecnológico en toda sociedad siempre están cambiando, sin embargo se mantienen en equilibrio hasta que una revolución cambia los actores y la realidad.
En la actualidad y por tercera vez en la historia, la revolución tecnológica, económica y sociocultural, van cambiando de manera significativa el mundo, se rompe el viejo equilibrio oriente-occidente (EU-Rusia), y emerge un actor paciente, constante e irreversible: la China.
Mientras el crecimiento chino sin aspavientos, muestra su poder con su alta tecnología y economía, introduciéndose de a poco en todos los continentes con su proyecto la “Nueva Ruta de la Seda”, los occidentales sumergidos en guerras dibujan nuevas alianzas y un nuevo desorden.
Por ahora en medio-oriente, EU e Israel junto a Rusia por un lado, tal como Kissinger lo anticipó, y Europa (la “Eurabia” de Oriana Falluci) con Ucrania y Turquía por otro, estos últimos buscando frenar el avance ruso hacia Europa, los rusos frenan e implosionan a la OTAN, que sin el apoyo de EU (70%) deberán buscar una salida diplomática al expansionismo ruso.
En tanto EU-Israel buscan controlar el expansionismo chiita iraní enfrentando a las milicias de Hezbollah, para lo cual Putin debe volverse contra su otrora aliado Irán. Emerge un actor importante: Turquía, Erdogan con su historial del imperio otomano, busca imponer su control al sur de Siria, convertida ahora en la principal disputa Judío-Chiita, lo que ahí ocurra, marcará el destino inmediato de esa nueva realidad.
A estas alturas pretender una Rusia mas universal y pacífica como la que planteara Tolstói o una Rusia más profunda y filosófica como la que propuso Dostoievski, parece estar tan distante como una Europa occidental sólida junto a su otrora vástago EU, alianza que empieza a desvanecerse increíblemente.
Como todos sabemos, cuando los intereses económicos y de dominación están en juego, la hipócrita diplomacia de la hermandad y la historia no cuenta, solo las amenazas, los drones y los arreglos de la imposición y la Realpolitik del realismo y el pragmatismo, en la que Trump y Putin son la mejor versión, para que Rusia consiga su objetivo.
Mientas tanto, China impertérrita, se frota las manos y se prepara para anexar Taiwán; América Latina, África y demás no invitados esperan el desenlace para que EU vuelva los ojos hacia el “patio trasero” y determine quienes se quedan y quienes se van, entre ellos los maduros y los tiernos, de allá y de “aquicito nomás”.
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