Hace unos 40 años, cuando yo luchaba por no depender -lo que logré- del par de cajetillas de cigarrillos que regular y diariamente me fumaba, el duendecillo que habita en mis neuronas empezó a dictarme, hasta musicalizado, lo que titulé igual que este artículo y en el 2020 publiqué en la pagina 42 de mi libro “INSPIRACIONES”. Dice así:
“Siempre comienza igual, / con un tímido traguito, / o quizás un tabaquito, / de esa industria colosal. // Por ahí arranca el mal, / el cigarro se hace “pito” / y de ahí hay un pasito, / para hundirte en el fangal. // Vienen luego aventuras, / y falsos descubrimientos, / de infelices criaturas, / con muy malos sentimientos. // Llegan los sufrimientos, / y horas que serán duras, / moviéndole los cimientos, / a las almas inmaduras. // ¡A la droga dile no, / a la vida dile si! / Si tu vida resbaló, / por un loco frenesí, / recuerda que te apoyó, / mi verso que ya está aquí. // “A la droga, dile… dile no, / a la vida, dile… dile si!”.
Para lo antedicho, confieso que me ayudaron el buen ejemplo de mis mayores y tíos maternos que solo “pecaban” con fumar cigarrillos y tomar cerveza; igual, el hecho de que en el suburbano barrio guayaquileño donde crecí, las Casas Colectivas de Gómez Rendón, en su parte trasera, calles José Mascote y Calicuchima, clandestina e incipientemente ya vendían marihuana, lo que era mal visto por quienes conocíamos de ese tráfico, a la vez que nos hacía poner amistosa distancia con quienes identificabamos consumían dicha yerba; más aún si con los años veíamos que su vida era deplorable en todos los sentidos.
Por todo ello, y por yo haber vencido el vicio de fumar, junto a todos quienes me han rodeado en las varias actividades que he desempeñado, afortunadamente siempre hemos sido distantes de quienes venden, trafican y consumen, no solo la ahora ya algo tolerada marihuana, sino también las nuevas sustancias que se conocen y penalizan como drogas; salvo lo protegido por una reglamentación de volumen/tolerancia instaurado por el gobierno de una década de quién es hijo de un sentenciado y suicida “mula”; siendo hoy ese fulano un innombrable prófugo de la justicia ecuatoriana. Lo triste es que esto último fomentó esos consumos en gran parte de la ciudadanía, especialmente en jóvenes; agravado con la nefasta “Ciudadanía Universal” instaurada por el fugitivo; también, por la fortuna de que por más de 25 años el dólar estadounidense es nuestra única moneda. Pero por todo ello, se convirtió nuestro Ecuador en punto de encuentro entre la oferta/producción colombiana de drogas y la demanda mundial, usando nuestros preciados billetes dólares para transar ese tráfico; resultando lo que hace rato vaticinó Pancho Huerta (+) convertirnos en un narcoestado contaminado en todas sus estructuras sociales; al extremo que no se escapan candidaturas políticas presumiblemente afines con esta delictiva actividad. Quizás por ello es que este país el próximo abril 13 -en balotaje- deberá decidir entre lo que una actual candidatura simplifica: “Patria o mafia”.
MELVYN MUY BUENO ESTE ARTICULO, Y ASI NOS TOCA, LUCHAR POR NUESTRA LIBERTAD BUENA, ´POR ESO LA FRASE FINAL ES TAL CUAL,
TENEMOS DOS OPCIONES: PATRIA O MAFIA