Alemania tuvo elecciones parlamentarias el 23 de febrero. Se trata de un sistema electoral mixto que combina elementos de representación de mayoría simple con representación partidaria. Existen dos votos, con el primero se escoge, por mayoría de sufragios, a un candidato de su distrito electoral; mientras que el segundo, a un partido político y su representación en el parlamento nacional (Bundestag), este segundo voto define así el número de escaños partidistas en el Bundestag. Para que un partido obtenga representación en el Parlamento tiene que estar sobre el umbral electoral del 5% de los votos obtenidos con el segundo voto o haber obtenido al menos tres escaños directos con el primer voto.
Al ser un sistema parlamentario, el canciller y, por ende, el Gobierno escoge directamente el partido político que obtiene mayoría absoluta en el Bundestag. El número de representantes al Parlamento se escoge cada cuatro años y desde las últimas elecciones, en 2021 a estas en 2025, los escaños se redujeron a un total de 630; es decir, en la actualidad, se necesitan 316 votos (mitad más uno) para obtener la mayoría absoluta. Desde la Segunda Guerra Mundial solo ha habido una ocasión en el que un solo partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), tuvo mayoría absoluta. Esto se registró después de las elecciones parlamentarias de 1957, con el canciller Konrad Adenauer, cargo en el que estuvo desde 1949 hasta 1963.
Alemania se ha caracterizado por un panorama político diverso, pero limitado a básicamente unos cinco partidos en las últimas tres o cuatras décadas: conservadores (CDU/CSU); socialistas (SPD); ambientalistas (Verdes); liberales (FDP) y comunistas (Die Linke), que representan todo el abanico ideológico político existente en el país.
En 2013, se unió a este conglomerado el partido Alternativa para Alemania (AfD), fundado por el profesor de economía, Bernd Lucke, con un discurso crítico contra del rescate financiero de Grecia y contra el euro como moneda para Alemania. Dos años después, el liderazgo de Lucke fue reemplazado por figuras que adoptaron una posición más radical, con posturas ultranacionalistas, antimigración y euroescéptica, como reacción a la política migratoria de la canciller Ángela Merkel, que fue favorable a los refugiados de las guerras de Siria e Irak. Este discurso dio los frutos esperados y en 2017 el AfD no solo entró al Parlamento alemán, sino que se erigió como la tercera fuerza política del país.
En estas elecciones de 2025, el CDU/CSU (coalición de los demócratas cristianos y los social cristianos, conocida también como “La Unión”) obtuvo un 28,6% del resultado electoral del segundo voto (v/s 24,1% en 2021); el AfD 20,8% (10,4% en 2021); el SPD 16,4% (25,7% en 2021); Verdes 11,6% (14,7% en 2021); Die Linke 8,8% (4,9% en 2021); y el FDP 4,3% (11,4% en 2021).
En lo referente a la composición de escaños, estos porcentajes se traducen para las tres fuerzas políticas más votadas en: CDU/CSU, 208 curules; AfD 151, y SPD 120.
Si bien estos resultados y los números objetivos dan como ganador de las elecciones a La Unión (CDU/CSU) y los claros perdedores al SPD y al FDP, en términos subjetivos el verdadero triunfador es el AfD, con una votación que se ha duplicado a su favor y se ha constituido en la segunda fuerza política en Alemania, a pesar de que todos los partidos y la prensa han llevado una campaña en contra de esta agrupación, alertando a la población de la vena ultranacionalista y nazi de varios de sus miembros y su discurso xenófobo y antieuropeo.
Se debe resaltar que el AfD ha conseguido llegar a todo el país con votaciones superiores al 18% incluso, en estados de la exRepública Federal Alemana como Bavaria, Baja Sajonia o Baden Wuerttenberg; y mejores resultados aún en ciudades muy pobladas, como Kaiserslautern, Pforzheim o Gelsenkirchen. En algunos estados de la exRepública Democrática Alemana ha alcanzado más del 36%.
En los sistemas democráticos las elecciones más que para escoger sirven para castigar a los malos gobiernos. Alemania castigó al partido del gobierno SPD, que obtuvo el peor resultado de su vida política, por liderar un gobierno de coalición desde una posición difícil, de moderador entre dos fuerzas políticas irreconciliables: los verdes y los liberales. En este intento se olvidó de sus votantes que se encontraban en todos los niveles, pero sobre todo en la clase media trabajadora que en esta ocasión votó mayoritariamente por el AfD, que no se enfoca en los problemas de género ni en el cambio climático, sino en la recuperación de la economía alemana venida abajo, en la migración que se ve como la fuente de sus problemas de pérdida de puestos de trabajo y de ser los causantes del problema de inseguridad.
Un discurso mentiroso, pero efectivo que llegó a un pueblo desencantado y preocupado de su futuro.
La Unión, que ha negado cualquier coalición con el AfD, está ahora forzada a pactar con el SPD (socialistas) si quiere tener gobernabilidad. No sé cómo Friedrich Merz, líder de la CDU desde 2022, piensa enfrentar con esta fuerza política (SPD) el difícil problema de la migración, que fue la promesa y el eje de su campaña. El SPD ha declarado estar en contra de la política de deportación de migrantes a lo Trump.
En mi criterio, Merz y La Unión dejarán al AfD un trabajo fácil al pasar a liderar la oposición manejando el discurso que mejor sabe hacer: la antimigración y la seguridad ciudadana. Al nuevo Gobierno le queda la opción de la recuperación económica que dentro de la realidad geopolítica mundial convulsa que vivimos es una situación complicada, sobre todo sin saber a qué juega su principal aliado: EE.UU.
Ahora el AfD, a pesar del buen resultado solo tiene un 20%; a nivel europeo está por debajo de muchos otros países, como Austria o Francia, con más de 30%. En cuatro años más, no sabemos. Lo que sí sabemos es que es imperativo que La Unión y el SPD demuestren que pueden ofrecer soluciones concretas a los desafíos actuales de Alemania y de Europa. Si no logran cohesión y resultados, el castigo en las urnas podría seguir alimentando alternativas más radicales. Y sabemos las consecuencias, cuando los pueblos se radicalizan.
0 comentarios