Los avances en inteligencia artificial (IA) han permitido a los científicos adentrarse en áreas inexploradas de la biología. Uno de los campos más prometedores es el estudio de las emociones de los animales, tradicionalmente difícil de abordar debido a su subjetividad.
Gracias a tecnologías que emplean reconocimiento facial y redes neuronales, los investigadores han comenzado a descifrar cómo distintas especies experimentan sentimientos como el dolor, el estrés o la felicidad, abriendo nuevas posibilidades para su bienestar y su relación con los humanos.
Un artículo publicado en la revista Science documenta cómo la IA ha mejorado la precisión y reducido la invasividad en la identificación de estados emocionales en diversas especies. Gracias a esta tecnología, los expertos pueden procesar y analizar miles de imágenes en segundos, detectando patrones sutiles en las expresiones de los animales.
El desarrollo de estos sistemas ha requerido años de entrenamiento para reconocer puntos clave en las caras de los animales, conocidos como “landmarks”, esenciales para detectar cambios sutiles en sus expresiones. Esta tecnología, inicialmente aplicada a los humanos, ha sido adaptada con éxito a animales como ovejas, caballos y cerdos.
Emma Baxter, científica del comportamiento animal en el Colegio Rural de Escocia (SRUC), expresó su optimismo sobre el papel de la IA en este campo, aunque enfatizó la importancia de la supervisión humana para garantizar su eficacia.
Un equipo de SRUC y la Universidad del Oeste de Inglaterra en Bristol ha desarrollado Intellipig, un programa en fase beta diseñado para detectar emociones en los rostros de los cerdos y mejorar su bienestar.
El reconocimiento de expresiones animales ha sido históricamente un proceso manual y laborioso. Sin embargo, la IA puede realizar estas tareas en segundos una vez entrenada para identificar los rasgos relevantes. En 2016, Peter Robinson, de la Universidad de Cambridge, lideró un proyecto que permitió detectar puntos clave en rostros de ovejas, facilitando la identificación de patrones emocionales.
Investigaciones posteriores han refinado esta tecnología, permitiendo su aplicación a una mayor variedad de especies. En 2023, un estudio dirigido por Anna Zamansky y Marcelo Feighelstein logró una precisión del 77% en la identificación del dolor en gatos, superando la eficacia de métodos tradicionales.
El desarrollo de mapas de calor generados por IA ha permitido a los científicos comprender mejor cómo los sistemas analizan las expresiones faciales de los animales. Estos avances han mostrado que la IA puede centrarse en áreas específicas del rostro, como los ojos o la boca, para evaluar su estado emocional.
Pese a estos avances, los investigadores aún enfrentan desafíos, como la necesidad de recopilar grandes volúmenes de imágenes etiquetadas con precisión. Además, persisten preocupaciones sobre la “caja negra” de la IA, es decir, la falta de transparencia en la forma en que los algoritmos llegan a sus conclusiones.
A medida que la IA evoluciona, su capacidad para descifrar emociones animales podría transformar la manera en que los humanos interactúan y cuidan a distintas especies. Investigadores como Zamansky buscan perfeccionar estos sistemas para identificar emociones más complejas, como la alegría o la ira, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los animales bajo cuidado humano.
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