En apenas una semana, el equilibrio de poder mundial ha cambiado drásticamente. Una llamada telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin desató una serie de eventos que han dejado a Europa sin voz, a Ucrania en una posición incierta y a Estados Unidos tomando un rumbo inesperado.
El 12 de febrero, Trump y Putin sostuvieron una conversación de 90 minutos, la primera entre líderes de ambas potencias en tres años. La conclusión fue clara: ambos se comprometieron a buscar una solución para la guerra en Ucrania. “Trabajaremos juntos para frenar las muertes en esta guerra”, aseguró Trump, marcando un drástico cambio en la postura estadounidense.
Sin embargo, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky no tardó en reaccionar. Para Kyiv, esta llamada simbolizó el inicio de un nuevo y preocupante escenario, donde su papel en la negociación quedó reducido a un simple espectador.
Múnich evidencia la fractura entre EE.UU. y Europa
La Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada entre el 14 y 16 de febrero, dejó al descubierto la creciente distancia entre Washington y sus aliados europeos. Mientras los líderes de la región buscaban reforzar el apoyo a Ucrania, el vicepresidente de EE.UU., JD Vance, prácticamente ignoró el conflicto en su discurso, enfocándose en criticar la política migratoria de Europa.
Las diferencias quedaron aún más expuestas cuando Zelensky se reunió con Vance sin lograr ningún compromiso claro de apoyo militar o financiero. En París, los líderes europeos intentaron coordinar una respuesta común, pero la falta de consenso sobre medidas concretas evidenció la debilidad de su posición.
El 18 de febrero, los ministros de Exteriores de EE.UU. y Rusia se reunieron en Riad, Arabia Saudita, en lo que fue el primer diálogo formal entre ambas potencias desde la invasión de Ucrania. Este encuentro, liderado por Marco Rubio y Serguéi Lavrov, resultó en el compromiso de establecer negociaciones de alto nivel para alcanzar una paz “duradera y estable”.
Para el Kremlin, la imagen de sus diplomáticos sentados como iguales con sus homólogos estadounidenses fue una victoria estratégica. Mientras tanto, en Europa y Ucrania, la reunión fue vista como un golpe a la unidad occidental y una señal de que Washington podría estar listo para aceptar concesiones territoriales en favor de Rusia.
Trump dinamita su relación con Zelensky Si algo dejó claro esta serie de eventos es que la relación entre Trump y Zelensky está en su peor momento. Cuando se le preguntó por los ucranianos que podrían sentirse traicionados, Trump sorprendió a todos al culpar a Kyiv de la guerra y llamar “dictador” a Zelensky.
El presidente ucraniano respondió acusando a Trump de caer en la narrativa de Putin. Pero lejos de retractarse, el mandatario estadounidense arremetió aún más fuerte: “Un dictador sin elecciones, es mejor que Zelensky actúe rápido o se quedará sin país”, escribió en su plataforma Truth Social.
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