«Aquí no manda nadie», dice un poblador de un pueblo pesquero cercano a Puerto Bolívar, donde el crimen organizado domina sin oposición, reseña la agencia AFP.

Puerto Bolívar, una de las principales puertas de exportación de banano y mariscos del Ecuador, se ha convertido en un infierno de violencia, extorsión y narcotráfico. Bandas criminales como Los Lobos, Los Choneros y sus facciones rivales han tomado el control del territorio, con operativos militares que apenas logran contener el terror.

El año pasado, la Armada ecuatoriana encontró unos 30 cadáveres flotando cerca del puerto, muchos de ellos decapitados y mutilados. En el estero Huayala, militares patrullan con miedo, rodeados por miradas de sospecha desde muelles y casas. «No es buena idea quedarnos mucho tiempo aquí», advierte un soldado. «Alguien podría disparar».

La extorsión es parte de la vida diaria. Un pescador, que prefiere el anonimato, confiesa que debe pagar a las bandas más del 20% de sus ingresos para evitar ser asesinado o que hundan su embarcación. Otros, simplemente, han desaparecido.

Los turistas del cártel mexicano

Según los militares, altos mandos del Cártel de Jalisco Nueva Generación han visitado Puerto Bolívar sin esconderse. Hacen negocios a plena luz del día, coordinando el contrabando de drogas, combustible y oro.

El presidente Daniel Noboa ha respondido con estados de excepción y operativos militares, pero el problema sigue sin resolverse. Expertos advierten que la lucha por las rutas del narcotráfico sigue intacta, mientras que la violencia sigue escalando.

El testimonio de una tragedia ilustra la brutalidad del crimen en la zona. Una mujer que buscó ayuda de la Policía para escapar de su pareja, un pandillero, fue traicionada. La llevaron a una isla, donde fue violada y asesinada.

«Aquí no manda nadie», repite un residente. «Vivimos con el temor de perderlo todo, en cualquier momento».