Una nueva ola de violencia sacude el noreste de Colombia. Más de 80 muertos en pocos días, 54.000 desplazados y pueblos enteros convertidos en zonas de guerra. La región del Catatumbo es hoy el epicentro de un conflicto brutal entre grupos armados que buscan controlar el narcotráfico.
Detrás de este estallido de terror, analistas y el propio presidente Gustavo Petro apuntan a un factor clave: Venezuela.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado en los años 60, era un grupo en declive. Hoy, con más de 6.000 combatientes, ha resurgido como una poderosa fuerza, utilizando territorio venezolano como refugio y plataforma para sus ataques. Petro llegó a acusarlos de haberse convertido en una “fuerza extranjera” que ha invadido Colombia.
El quiebre entre Petro y Maduro, que pasaron de aliados a rivales en los últimos meses, ha agravado la situación. Tras las polémicas elecciones venezolanas de julio, Petro criticó abiertamente a Maduro y rechazó asistir a su toma de posesión. Días después, el ELN desató el caos en Catatumbo.
Desplazados, miedo y muerte
Las calles de Tibú y otras localidades fronterizas se han convertido en campos de batalla. Familias enteras han huido hacia las selvas o se refugian en escuelas y albergues. En Cúcuta, decenas de miles hacen fila cada mañana para recibir algo de comida.
“¿Qué es lo que buscan? ¿Cuál es el motivo?”, se pregunta Luz, una desplazada que huyó con su familia cuando hombres armados irrumpieron en su comunidad.
Mientras tanto, helicópteros militares sobrevuelan la zona y soldados colombianos se movilizan para intentar frenar la masacre. Pero el conflicto está lejos de terminar.
¿El Catatumbo será el escenario de una guerra aún mayor? ¿Hasta dónde llegará la influencia de Venezuela en la crisis? Por ahora, los civiles siguen pagando el precio del fuego cruzado.
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