El 2025 es quizás el año más crítico para nuestro país, por la situación que vivimos y por las próximas elecciones presidenciales, segunda vuelta, entre el actual Presidente, de ADN, que busca su elección para un período completo de gobierno y la abogada Luisa González, candidata por la Revolución Ciudadana, que también buscar la presidencia para los próximos cuatro años. Las circunstancias en que uno de los dos va a gobernar son de las más graves: un país, destrozado económicamente, endeudado en altas cifras, con mucha inseguridad debido al dominio de las mafias político delincuenciales, con una administración de justicia en su mayoría corrupta, con un sistema educativo obsoleto, sin un sistema de salud para atender mínimamente la atención preventiva y curativa de la población ecuatoriana, sin empleo para millones de ciudadanos y un largo etcétera de problemas de todo tipo. Es decir, un país, que atraviesa su mayor crisis y que busca desesperadamente que esta/e nueva/o Presidenta/e haga milagros para salir del pozo profundo en el que casi estamos topando fondo, lo que, inclusive podría hipotéticamente llevarnos a la disolución nacional. También es verdad que el futuro del Ecuador, no está únicamente en manos de estas dos candidaturas; está en nosotros los ecuatorianos que tenemos que votar el próximo 13 de abril, por una de ellas y que debemos por responsabilidad con nuestros hijos, nietos y futuras generaciones, meditar profundamente sobre lo que va a significar en esa fecha nuestro voto.
¿Qué se puede esperar de la nueva o nuevo Presidenta/e, en este próximo período? Dependerá de varios factores: Lo fundamental, tiene que ser un compromiso real con el cambio estructural del país. Si la/el presidenta/e tiene voluntad de enfrentar los problemas señalados, con decisiones firmes y medidas estructurales, despojándose de las presiones de muchos de los que los rodean, podría iniciar una transformación integral en beneficio de las mayorías. Si, por el contrario, es parte del stablishment corrupto qué vivimos, lo más probable es que todo siga igual o empeore y nos iremos al fondo del precipicio. Por cierto, que para impulsar ese cambio, se requiere un respaldo político y social. Si la sociedad ecuatoriana, mejor dicho, si nosotros los ciudadanos, exigimos transparencia y reformas en los aspectos más importantes y urgentes, puede darse una presión bien comprendida yun acuerdo social para mejorar la administración de justicia y reducir sostensiblemente la corrupción en las diferentes funciones del Estado. Si, por desgracia, hay desinterés, indiferencia, resignación o permisibilidad, de quien nos gobierne, las mafias de toda naturaleza y el crimen organizado nacional o internacional seguirán dominando y nos convertiremos en la sociedad más corrupta del mundo. Otro factor importantísimo, es el tomar medidas económicas imprescindibles: Se necesitan planes de inversión pública y privada, generación de empleo y recuperación financiera. Incentivar la inversión: Crear un entorno seguro para que empresas nacionales y extranjeras inviertan. Se debe diversificar la economía: No depender de un solo sector (como el petróleo o el turismo) y fomentar la producción local. Apoyar a los emprendedores: Reducir impuestos y facilitar el acceso a micro créditos para pequeños negocios. (Les recomiendo leer el libro “El banquero de los Pobres” de Muhammad Yunus). Sin eso, la pobreza seguirá aumentando.
Si el gobierno falla con malas políticas económicas, la crisis se profundizará y el riesgo país se elevará y ningún país ni ninguna organización de crédito acudirá en nuestra ayuda. Igualmente, se requiere una política pública de corto, mediano y largo plazo, de seguridad en todos los ámbitos y, otra con apoyo internacional, de lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Un gobierno serio tiene reformar las leyes pertinentes, depurar y fortalecer la administración de justicia con jueces y fiscales probos y con la entrega de los recursos necesarios, y desarrollar un plan sostenido para luchar contra la corrupción y la impunidad. Proteger a quienes denuncian y fortalecer las instituciones de seguridad. Si hay complicidad con el crimen organizado, la violencia se mantendrá o incluso crecerá y estaremos perdidos. Urgente y paralelamente hay que reformar la educación y la salud invirtiendo en educación. Un ejemplo lo tenemos con los países de la península nórdica. Un pueblo educado es menos vulnerable a la manipulación política y al crimen. Hay que mejorar la atención médica, especialmente de los hospitales públicos del Ministerio de Salud y del IESS y regular las tarifas de los médicos privados, a los que, la gente de pocos recursos no tiene la posibilidad de acceder. Ampliar la cobertura de hospitales y medicamentos bajo un sistema debidamente planificado y controlado. Y, proponer y conseguir un Convenio Social para unir a la sociedad ecuatoriana, recuperar su confianza, fomentar el diálogo, escuchar a la oposición, generar consensos, hacerla partícipe de las grandes decisiones nacionales, adecentar la política; y propiciar una escala de valores que se sustente en la conservación de la democracia, el gobernar con transparencia y rendición de cuentas al pueblo, el no usar el poder para beneficio personal, el priorizar al país sobre intereses políticos o familiares, el respeto a los derechos de todos, la libertad como una bandera de paz, la justicia como un sustento del principio de igualdad en todos los campos, la creatividad como una forma de elevación intelectual de la sociedad, y la solidaridad como expresión dehermandad humana.
Finalmente, me pregunto: ¿Hay una mínima esperanza para que lo señalado pueda darse? Siempre existe la posibilidad de un cambio, pero depende de la voluntad del líder, del compromiso de las instituciones y organizaciones y de la lucha pacífica de la ciudadanía. Si ésta exige reformas y participa activamente en la política, puede haber avances y puede construirse ese cambio. Tenemos la obligación de hacerlo. Como dice la sabiduría popular: la esperanza es lo último que se pierde.
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