Con los resultados de la primera vuelta presidencial prácticamente consolidados, Ecuador se encamina a un nuevo balotaje el 13 de abril. La contienda entre el presidente Daniel Noboa y la candidata correísta Luisa González se perfila como una batalla de estrategias, donde los votos de los demás candidatos jugarán un papel clave.
Noboa, quien ha centrado su campaña en la reactivación económica, ahora debe responder a los señalamientos de la oposición sobre la crisis que enfrenta el país bajo su mandato. Su apuesta pasa por mostrarse como el único capaz de garantizar estabilidad, con propuestas como el restablecimiento de los ministerios Coordinador de Seguridad y de Justicia y Derechos Humanos, además del uso de tecnología avanzada para combatir la delincuencia.
Sin embargo, la analista Caroline Ávila advierte que factores externos, como las posibles deportaciones masivas de migrantes ecuatorianos desde Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, podrían afectar su imagen. La reducción de remesas –que representan alrededor de 4.000 millones de dólares anuales para la economía ecuatoriana– tendría un impacto en miles de familias.
González, de la sombra de Correa a su propia identidad
En 2023, González era vista como una candidata poco conocida, pero esta vez ha trabajado en construir su identidad política más allá de Rafael Correa. Ha reforzado su discurso con mensajes dirigidos a mujeres y migrantes, intentando conectar con sectores que no necesariamente se identifican con el correísmo.
“El correísmo sigue teniendo un electorado fuerte, pero hay gente que necesita saber quién es ella”, sostiene Ávila.
Noboa confía en absorber el voto del electorado anticorreísta que en la primera vuelta optó por otras opciones. Su campaña ha sido fuerte en recursos y presencia mediática, aunque algunos analistas señalan que carece de profundidad en sus propuestas.
En los próximos 63 días, Ecuador definirá si le da continuidad a su joven presidente o elige por primera vez a una mujer para dirigir el país. La segunda vuelta será, más que un debate de planes de gobierno, una lucha por convencer a los indecisos y negociar alianzas estratégicas.
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