El flamante presidente estadounidense, desde que se posesionó para su nuevo mandato, ha empezado una deportación masiva de migrantes indocumentados, principalmente de los que han llegado de diversos países latinoamericanos. ¿Qué conlleva a esta polémica decisión?

Existe un lado positivo en esta decisión. Pone un freno brusco a una actividad mafiosa, delictiva como es el TRÁFICO DE PERSONAS. Cerca de tres millones de personas migran al año al país del norte, más del 60% lo hacen por vías ilegales y es allí aprovechan los coyoteros para llevarlos por vías tránsfugas a que cumplan con el sueño americano. Cifras extraoficiales señalan que el tráfico de personas mueve cifras cercanas a los $20 mil millones al año . A más de la explotación al ser humano, hay cuestiones inaceptables como la vejación de personas, violaciones físicas, psicológicas y sexuales, secuestros, extorsiones y hasta asesinatos en el trayecto hacia los Estados Unidos. En Ecuador, se paga hasta $20.000 por llegar a la estatua de La Libertad, en Nueva York.

Todos tenemos conocidos, familiares, vecinos o amigos que han llegado al paraíso terrenal de forma ilegal. Al escuchar sus historias, nos damos cuenta que para permanecer allá han tenido que ser disciplinados, cumplir con normas y leyes, no infringir ni delinquir, hasta han aprendido a cruzar la calle por las esquinas, y principalmente, a estar al día con el Tío Sam y pagar los impuestos.

Otro tema de análisis, es que la decisión de Trump debe obligar a los gobiernos de turno a generar más fuentes de trabajo para evitar la migración, para evitar que la falta de empleo se transforme en delincuencia para poder sobrevivir.

Y Estados Unidos debe ser más abierto a las visas de trabajo temporal para proveerse de mano de obra en áreas como la inmobiliaria y la agricultura, que son cubiertas por los “sin papeles”. O, el Gobierno de ese país debería preguntarse: ¿Qué hará con el tema de los créditos inmobiliarios a los que han accedido los migrantes? Al ser deportados, ¿qué sucederá con estos créditos? ¿Quién va a pagarlos? ¿Se rematarán esas propiedades a precios de oportunidad con terribles consecuencias?
No es un problema fácil de resolver, hay beneficios y perjuicios de lado y lado, lo cierto es que, si deciden correr el riesgo de migrar, vayan con la predisposición a cumplir a raja tabla todo lo que se exige en Estados Unidos para no ser deportados.