Europa en la nueva era de Trump

Ene 25, 2025

Por Luis Antonio Guijarro

El 20 de enero de 2025, Donald John Trump se posesionó como el 47° presidente de EE.UU., iniciando su segundo mandato, luego de recibir el apoyo masivo del pueblo estadounidense y de una pausa de 4 años, tiempo que ocupo el cargo el demócrata Joe Biden; investido dentro de crisis políticas internas, sanitarias y de seguridad por el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, propiciado por el mismo Trump. Se tenía la esperanza que con Biden se daría una transición hacia presidencias futuras libres de turbulencias y en armonía con la dignidad a tal investidura, es decir, libres de Trump y de los Trumpistas.

Biden fracasó en el intento, a pesar de que su gobierno tuvo logros importantes, como la generación de empleo, menores costos de los medicamentos, medidas para mejorar el acceso a la salud personas de bajos ingresos o la reducción de las emisiones de carbono. Internacionalmente gozó del apoyo de Europa con su discurso “woke” o “progresista” a favor del medioambiente, la diversidad, la igualdad y la no discriminación sexual. Los reveses y desafíos de su administración fueron definitivos y estuvieron relacionados con la alta inflación, la crisis migratoria, la participación de ejecutivos de corporaciones ligadas al complejo industrial-militar en posiciones clave de su gobierno, que lo volvió elitista y lo alejó de la clase trabajadora. También roles importantes jugaron la guerra de Ucrania, la participación de EE.UU. en el genocidio de Gaza y su estado de salud.

Con la rapidez de una película de acción y con una ceremonia de investidura propia de una premiación del Oscar, la nueva era Trump inició con una serie de declaraciones y un aquelarre de firma de decretos. Merecen mencionarse la que EE.UU. declara a la frontera con México en estado de emergencia; abandona los acuerdos internacionales climáticos y la OMS, dejando claro cuál es la posición de la administración, frente a compromisos que de pronto están en contra de su agenda, intereses y de sus verdaderas intenciones.

No es el único presidente prolijo en la firma de decretos; su predecesor, poco antes de irse, dejó firmadas una serie de decretos e indultos con el objetivo de obstruir su labor o librar a su hijo de la cárcel. Y mucho antes, Roosevelt fue un campeón en la firma de demandas y decretos; así como también lo fue Obama en su segundo período. Lo remarcable de Trump es que estos decretos se firmaron en una ceremonia teatral preparada con el objetivo de entusiasmar a un público desencantado con el sistema y ávido de circo. Este enfoque centrado en acciones unilaterales de la función ejecutiva, aunque pueden ser vetados por un tribunal, distorsiona los principios de la democracia, fomenta la inestabilidad política y socava toda credibilidad internacional en los tan trillados altos valores morales del mundo occidental comandados por USA.

Trump tampoco ha escatimado en declaraciones, entre las que destacan que Canadá pase a ser el estado 51 de los Estados Unidos, renombrar el Golfo de México, comprar Groenlandia o retomar el Canal de Panamá. Aunque suena inverosímil, no es descabellado ya que todo lo mencionado tiene un trasfondo geopolítico y está acorde a la sempiterna Doctrina Monroe del siglo XIX de “América para los americanos” que sirvió en su momento para hacer de Latinoamérica su patio trasero y que ahora continua bajo el eslogan de Trump de “America first”, pretendiendo globalizar el patio trasero al resto del mundo.

La compra de territorios no es una práctica nueva o endosable a Trump y que vale recordar: Luisiana a Francia, Florida a España, Alaska a Rusia y las Islas Vírgenes a Dinamarca. Cuando compraron Alaska ya existía la decisión de comprar Groenlandia, deseo que se fue postergando hasta la Segunda Guerra Mundial cuando Alemania invade Dinamarca, y EE.UU. lo propio con Groenlandia. Pasada dicha guerra, el presidente Truman concretó una fuerte oferta económica a Dinamarca por la isla. Desistió de la misma cuando Dinamarca aceptó que continuaran las bases militares de USA allí.

Hoy, además de la sabida posición geopolítica privilegiada de la isla, el cambio climático produjo el deshielo dejando al descubierto yacimientos de minerales estratégicos, sobre todo Tierras Raras indispensables para la industria High-Tec y la descarbonización mundial, volviendo a la isla verdaderamente apetecible para los intereses imperialistas estadounidenses; aún más cuando las minas de tierras raras del Donbás se quedarán en manos rusas y no en las de la compañía estadounidense BlackRock.

Las declaraciones de Trump sobre política exterior -sean referentes a la OTAN (guerra de Ucrania) o para patear el tablero comercial o del pacto climático- reafirman los temores en los países de la Unión Europea que consideran al presidente como inestable, ignorante en temas de historia y geografía, narcisista y peligroso en un mundo ya muy convulsionado y sin su ayuda.

Los líderes europeos, pasivos, ineficientes y carentes de liderazgo no son culpa de Trump. Este es un comerciante que apuesta a la mayor ganancia independientemente de cualquier reglamentación u orden. Personalmente o a través de Musk, Trump ha dirigido su atención a los grupos de ultraderecha europea que tienen como piedra angular de su discurso el nacionalismo, el separatismo y el alto a la migración, en figuras como Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Alice Weidel, Víktor Orbán o Santiago Abascal.

¿Cuál es el objetivo y mayor impacto? La división de Europa, la recesión económica y el rearme de cada país, representan el gran desafío que el viejo continente deberá enfrentar. Desilusionante para quien tradicionalmente ha sido fiel aliado de EE.UU. y obediente seguidor de sus políticas y estrategias. Hoy tiene la obligación y también la oportunidad histórica de reinventarse. Existen actores que pueden ayudar en este proceso: Rusia y China y un mundo cansado de la supremacía del capitán América.



1 Comentario

  1. !Buen artículo! Europa se encuentra en una encrucijada pues su bienestar se ha amasado mediante un mercado proteccionista de las importaciones y una ventaja clara sobre otros países en lo que respecta a las exportaciones, a eso lo llaman “fair tarde”. En condiciones justas el Estado de bienestar económico del que se ufanan no sería tal y la paz social de la que gozamos es todavía un producto de la robustez económica. Tengo un verdadero temor frente a una recesión económica!!!! Y trump puede atizarla.

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