El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó su segundo mandato con un fuerte pronunciamiento sobre la situación en Venezuela, calificándola como un “desastre” y sugiriendo medidas adicionales para intensificar la presión contra el régimen de Nicolás Maduro.
Durante su primera conferencia de prensa en esta nueva etapa presidencial, Trump expresó: “Venezuela fue un gran país hace 20 años, y ahora es un desastre. Estamos observando la situación con mucho interés”.
El mandatario también indicó que su gobierno podría suspender las compras de petróleo venezolano como parte de una estrategia para debilitar económicamente al régimen chavista. “No necesitamos ese petróleo. Eso cambiaría Venezuela bastante”, aseguró.
Según fuentes de su equipo de política exterior, se trabaja en un plan que busca forzar el fin del chavismo en Venezuela sin intervención militar, explorando alternativas como el endurecimiento de sanciones y una salida negociada de Maduro hacia el exilio.
El nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, conocido por su postura dura hacia los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, respaldó las declaraciones del presidente. Rubio enfatizó en su audiencia de confirmación que las operaciones de empresas como Chevron en Venezuela generan ingresos significativos para el régimen, debilitando los esfuerzos internacionales para presionar a Maduro.
Rubio, que alguna vez compitió con Trump por la nominación presidencial republicana, ahora se convierte en una figura clave de su gabinete. Este nombramiento ha sido interpretado como un gesto hacia la población latina, que apoyó a Trump en cifras históricas durante las últimas elecciones.
Con este endurecimiento de la política estadounidense, la administración Trump busca acelerar el fin de más de dos décadas de chavismo, reforzando la presión económica y política sobre Venezuela. Sin embargo, las medidas planteadas podrían generar tensiones internacionales, especialmente con países que mantienen relaciones estrechas con el régimen de Maduro.
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