La filosofa norteamericana Martha Nussbaum analiza las emociones como un recurso central para disfrutar de la justicia universal, asegurar la ciudadanía y su cultivo como un medio básico de los principios políticos en las actuales condiciones en que vivimos. En este sentido, aspectos que son de gran interés para la vida en sociedad, como la preocupación por los demás, la educación de los ciudadanos, el derecho y la cultura política son, entre otros elementos, realidades humanas que terminan siendo afectadas por el repertorio emocional que nos conforma individual y colectivamente.
En el caso de la desaparición y cruel asesinato de los 4 de Guayaquil, las redes sociales y varios medios de comunicación recogieron un relato centrado en desprestigiar a las víctimas y a sus familias, en el marco del conflicto interno que ha sido declarado. Este relato revela emociones determinadas que se conectan con las creencias que muchos ecuatorianos tienen sobre la sociedad en la que vivimos. Nussbaum, reitera que las emociones y los sentimientos se encuentran ligados a aquello que valoramos como una parte importante de nuestro esquema de objetivos y fines. Ejemplifica y subraya que, si una persona tiene la creencia de que la justicia social es un bien importante, y, por lo tanto, que merece la pena perseguir, también se sentirá emocionalmente vinculada a esta creencia. El punto es que las emociones integran información que al establecerse pasan a convertirse en usos y costumbres.
En el caso de los 4 de Guayaquil, muchos ecuatorianos revelan emociones que degradan el valor de la vida, otras que manifiestan un desprecio por los derechos de la infancia y también se visibilizan los sentimientos de ira que se conectan con el autoritarismo y el malestar que les provoca la diversidad racial afro ecuatoriana. De la misma manera se registraron muchos sentimientos que culpabilizan a las familias por supuestas omisiones en el cuidado de Steven, Saúl, Ismael y Josué.
Humberto Maturana, un estudioso afirmaba que biológicamente, las emociones son disposiciones corporales (sistema nervioso) que determinan o especifican dominios de acciones. Mantenía que no hay acción humana sin una emoción que la funde como tal y la haga posible como acto. Muchos ecuatorianos se han mostrado sumamente agresivos en el caso de los 4 de Guayaquil. Nos revela meridianamente como una sociedad capaz de dañar a otros por su condición de edad, racial o sus condiciones precarias de vida.
Siguiendo nuevamente a Maturana, estas interacciones recurrentes de agresión interfieren y rompen la convivencia. Pero, ¿qué es lo que conoceremos mirando las acciones del otro? Conoceremos sus emociones como fundamentos que constituyen sus acciones; no conoceremos lo que podríamos llamar sus sentimientos, sino el espacio de existencia efectiva en que ese ser humano se mueve.
Pareciera, al mirar esta desgarradora experiencia, que además de agresivos también somos poco empáticos con el dolor que sigue provocando la desaparición de los niños y la imagen de sus cuerpos incinerados y desmembrados. Nussbaum en la Monarquía del Miedo, afirma que el miedo conduce a estrategias agresivas de “alterización” en lugar de profundizar en un análisis mínimamente útil en una sociedad en la cual los niños y niñas desaparecen a diario. El miedo no sólo es primitivo es esencialmente asocial. Los muros emocionales y reales están creciendo en este país: “el miedo es la emoción de un monarca absoluto a quien no le importa nada a ni nadie más”.
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