La dopamina, sustancia esencial para la vida, entre otras acciones en el cerebro genera deseo y placer, es fuente de búsqueda permanente de elementos y acciones, que satisfagan nuestras necesidades básicas, tales como la alimentación y la reproducción, el juego y los movimientos que nos llevan a cumplir con esos fines.
Sin embargo, cuando es permanentemente estimulada, la insinuación del deseo a través de cualquier estímulo externo desde los alimentos y la sexualidad hasta el juego y las drogas, genera todo tipo de enfermedades adictivas, así como ansiedad y depresión, agresión y hasta el suicidio.
Las redes virtuales ocupan un espacio importante en esta sobre-estimulación, desde la ansiedad por permanecer en la pantalla hasta las páginas de sexualidad, ya analizado hace 3 semanas, el juego en particular, un negocio que lucra estimulando el deseo de ganar, origen de gran cantidad de ludópatas, que sostienen muchos negocios.
En el perfil de comportamiento de muchos políticos en el mundo y en el Ecuador en particular, podemos observar también un deseo incontrolable por llegar al poder y una satisfacción enfermiza de permanencia en el mismo, utilizando cualquier mecanismo electoral legal o ilegal, hacen trampas y alianzas con otrora enemigos irreconciliables, con la religión y con ideologías recalcitrantes y anacrónicas.
Hoy en la realidad virtual, usan todo tipo de argucias, inundan de trolls todas las redes para conseguir su único objetivo: arribar al poder y desde ahí satisfacer sus demandas dopamínicas desde la sexualidad hasta los orgasmos de ordenar, obligar e imponer, cambiando sus rostros y discursos preelectorales de compasión por los más pobres, en risas sardónicas de prepotencia y agresión, una vez sentados en el poder.
La sensación de “resentimiento y privación” cuando pierden el poder, es la misma de los toxicómanos, pues al no materializarse la recompensa esperada (el poder), el ritmo de activación de la dopamina se reduce a cero, fatalidad e inicio de todo tipo de insultos y agresiones, siempre cavilando planes para recuperar el poder.
Ahora ya sabemos: porqué muchos políticos se aferran al poder y no permiten que ningún otro acceda y porqué llegan a ser dictadores eternos aupados tras ideologías, religiones y hasta títulos, que solo avalan sus ansias patológicas de poder, hasta la misma muerte. Por esos enfermos del poder no hay que votar, las adicciones son difíciles de tratar y nosotros las tenemos
que soportar.
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