Este es un país de inmigrantes y leyes, no de tiranos

Ene 15, 2025

Por Diego Torres Hadathy – Corresponsal en Estados Unidos

El título reproduce una frase pintada en el sendero de un parque de la ciudad de Jersey City (Nueva Jersey). Los millones de migrantes que viven en Estados Unidos están temerosos y sin otro camino que aceptar las reglas que regirán, desde este mes, para quienes tienen una situación migratoria irregular.

Entre los primeros señalados están los alumnos de las escuelas de Nueva York que vienen de familias indocumentadas. Ellos ya tienen un protocolo de acción ante la posible visita de los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés), luego de la posesión del presidente Donald Trump el próximo 20 de enero.

Las escuelas tienen el derecho a no dejar pasar a los oficiales de migración y de llamar a un abogado distrital para que hable con los agentes, antes de que ellos puedan tomar alguna acción. Pero los padres no lo saben o dudan de que eso suceda.
Desde el año 2022 el sistema de educación pública estadounidense ha incorporado a alrededor de 40.000 estudiantes migrantes y desde el triunfo de Trump la labor de las escuelas se ha centrado en convencer a los padres de que son lugares seguros y que deben permitir a sus hijos acudir a las aulas.

Por la proximidad del cambio de mando algunos padres han decidido no enviar a sus hijos a la escuela porque temen que los puedan separar, como ocurrió en la anterior administración Trump.

Los directivos se esfuerzan por mostrar a las familias la ley que prohibe a los oficiales de migración hacer arrestos en recintos educativos y otros lugares sensibles como iglesias y hospitales. Pero los padres prefieren mantener a los menores en casa, porque otra ley tampoco permite que los niños permanezcan en la calle o parques en horarios escolares.

Aunque el proyecto antimigratorio de Trump incluye el veto a esa ley para permitir operativos en cualquier lugar,  la portavoz del presidente electo, Karoline Leavitt, le dijo hace pocos días al diario The New York Times que “el mandato que ha dado es deportar a criminales y terroristas”.

Todas estas versiones cruzadas y contradictorias mantienen en vilo a la comunidad migrante y hasta las entradas ilegales por la frontera con México se redujeron a alrededor de 46.000 en diciembre pasado, el número más bajo desde 2020.

Muchos deciden sacar la plata de sus cuentas de banco y enviarlo a sus países o mantenerlo en la casa, “porque a mi hermano lo deportaron, nunca pudo sacar el dinero y perdió todo”, relata con angustia Rosa Morocho que vive en este país desde hace 25 años.

Pero los bancos también tienen protocolos que permiten a los migrantes registrar una segunda persona como titular de la cuenta, para que pueda tener acceso al dinero. “Siempre debería ser alguien de mucha confianza y asegurarse de que una vez que retire el dinero se lo envíe, porque a veces no sucede” explica William, un ejecutivo de atención al público.

Sin embargo la informalidad de la situación migratoria se extiende a la vida cotidiana y económica. Un gran porcentaje de migrantes no tiene cuenta bancaria, los que si tienen desconocen esas soluciones y la mayoría prefiere tener el dinero en la casa para no pagar impuestos.

La frase pintada con tiza azul: “Este es un país de migrantes y leyes, no de hombres reyes y tiranos!” refleja el anonimato, el miedo, la impotencia y la protesta de los recién llegados. De momento la queja quedará en el piso del parque, ante un Trump que ganó con mayoría abrumadora incluso con el voto de los migrantes legalizados. (DTH)



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