No sólo es el privilegio de poder elegir, sino también de poder ser elegido. Sobre todo, sin embargo, es el privilegio otorgado al país, con una mayoritaria población católica, después de casi 5 años, de contar con Cardenal. El papa Francisco ha sido quien le ha dado esta alegría a la nación entera al nombrar como uno de sus asesores y como su representante aquí o donde estime conveniente, a monseñor Luis Gerardo Cabrera Herrera (Azogues, 1955), arzobispo de Guayaquil, como nuevo Cardenal del Ecuador, el sexto en toda su historia.
La designación de cardenal es una atribución exclusiva del Santo Padre, es decir, él lo elige libremente, y por eso cuando conoció de tal decisión, monseñor Cabrera se sintió sorprendido. “¡No puede ser!”, había dicho al tiempo de sentir “cierto temor” y luego “ir a la capilla en silencio y decir: Señor si tú has querido aquí estoy para servirte”. Tras la sorpresa, el temor y la paz entendió inmediatamente que “no se trataba de un honor, ni mucho menos un reconocimiento a algún mérito mío, sino a la bondad, la cercanía, la confianza del papa Francisco. Así lo interpreté y trato de vivirlo también con mucha serenidad”, anota.
Estas primeras declaraciones evidencian una de las cualidades que se consideran al momento de elegir un cardenal, la de la prudencia, que se suma a otras 3 virtudes cardenalicias: justicia, fortaleza y templanza. Agréguense a estas la fe, la esperanza y la caridad, que son las 3 virtudes teologales. Los cardenales y demás miembros de la iglesia, destaca la máxima autoridad eclesiástica de Guayaquil “somos servidores” de los demás y los títulos honoríficos no son más que eso, no van en primer plano ni pueden contribuir a olvidar que “somos colaboradores de Jesús y no siervos inútiles, como dice el Evangelio”.
Monseñor Cabrera es sacerdote franciscano (1983), con estudios en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, licenciatura y doctorado en filosofía en la Universidad Antonianum de Roma. Arzobispo de Cuenca hasta 2015 y desde ese año hasta ahora Arzobispo de Guayaquil. Preside la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y se ha desempeñado como maestro de novicios, director del Instituto Filosófico-Teológico, ministro de los Franciscanos en Ecuador y mediador principal en los diálogos Gobierno-Indígenas en los paros nacionales de octubre de 2019 y junio de 2022. Su vida pastoral social está marcada, entre otras acciones, por la construcción de escuelas y colegios, atención en dispensarios médicos, recolección y distribución de alimentos, y fundamentalmente en trabajar y pensar “en la Iglesia Universal y descubrir cómo la fe se vive de diferentes maneras, de acuerdo con las culturas, las tradiciones, la historia. Entonces, hay que mirar más allá y ensanchar el corazón para comenzar a amar también esa diversidad de formas que existen en la Iglesia”, remarca.
Ahora monseñor Cabrera es ayudante en el gobierno servicial de la iglesia, forma parte del Colegio Cardenalicio y si el Papa muere o renuncia él tiene voz y voto en el cónclave, puede elegir y ser elegido. Como franciscano que es seguirá practicando su lema de “paz y todo bien”, siendo obediente y fiel a la Iglesia y al Magisterio, considerándose y viviendo la hermandad que su congregación practica con todos los demás.
Como nos pide el papa Francisco, oremos porque el propósito de la Iglesia Universal se cumpla y oremos especialmente porque la sabiduría, el acertado discernimiento, la buena actuación y las mejores decisiones, sean las que arropen a nuestro flamante cardenal.
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