Entre los sabios y científicos extranjeros, esta columna recuerda a tres que arribaron a tierras ecuatorianas para emprender y difundir su investigación sobre nuestras riquezas naturales: Alexander von Humboldt, geógrafo, botánico y expedicionario alemán; Teodoro Wolf, sacerdote jesuita, geógrafo y geólogo alemán, quien dejó en las bibliotecas nacionales su famoso libro Geografía y geología del Ecuador, y Joseph Sinclair, geólogo y petrolero estadounidense.
Sobre este último, se sabe que nació en Canadá, pero hizo patria en los Estados Unidos. Fue allí donde fue contratado -en el año 1921- por la Leonard Exploration Company, para realizar exploraciones petroleras, de gas y otros estudios geológicos en el Oriente ecuatoriano. Así, vino acompañado de Theron Wasson y R. J. Colony, expertos en cartografía. De lo que sabe, Sinclair fue conocido por sus expediciones en busca de yacimientos petrolíferos en Canadá, África, Sudamérica y otros continentes.
En sus primeras aproximaciones a la selva ecuatoriana, Sinclair fue guiado por don Manuel Rivadeneira, un colono – agricultor y ganadero que hizo fortuna gracias a su trabajo y su plena adaptación a la floresta. Las primeras visitas fueron a Macas, Tena y Archidona; sin embargo, fueron los ríos de esta región lo que más llenó sus expectativas, particularmente el río el Pastaza, desde su nacimiento en la unión de los ríos Chambo y Patate; el río Napo y el río Coca. Lo relevante fue que, en este último río, afluente del Napo, descubrió un giro de su caudal en forma de codo, del cual, decía, se podría explotarlo para obtener energía eléctrica. Por esta razón, nos resulta muy fácil entender la fusión de los tres nombres que lleva la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair.
Ahora vamos con la hidroeléctrica, la más grande de Ecuador. Construida por la empresa china Sinohidro en el origen del curso del río Coca, previo contrato firmado en junio de 2010, en Beijing, bajo financiamiento del Export Import Bank of China, pues vale tomar en cuenta que este país asiático pasó a ser el prestamista, inversionista y constructor de la hidroeléctrica.
Coca Codo Sinclair fue inaugurada el 18 de noviembre de 2016, con un costo final de 2 245 millones de dólares, sin contar con un “supuesto” de 76 millones en coimas. Este evento de alta publicidad no se llevó a cabo in situ, ya que los cortes de cinta se dieron en las instalaciones del ECU 911 de Quito, contando con la presencia de los presidentes Xi Jinping y Rafael Correa.
En el antes y el después de la inauguración, se recuerda que, el 13 de diciembre de 2014, hubo un derrumbe en el túnel de la sala de máquinas. El saldo de esta tragedia fue de 13 muertos, diez ecuatorianos y tres chinos. El 7 de abril de 2020, se dio la ruptura del Sistema del Oleoducto transecuatoriano, SOTE, y del Oleoducto de Crudos Pesados, OCP, lo que produjo el derrame fatal de 16 000 barriles de petróleo. Y lo más impactante para el paisaje ecuatoriano, el colapso de la cascada San Rafael.
La historia reciente de esta hidroeléctrica es un remolino de fisuras, fallas estructurales, sobreprecios y sobornos, lo que hace de esta obra de ingeniería, un tema de mucha polémica, muchas más, en tiempo de apagones. Que, por cierto, y en lo futuro, San Pedro y el cielo ecuatoriano no lo permitan.
Joseph Sinclair pensó hace un siglo en una hidroeléctrica, pero no con tantas fisuras, fallas estructurales, sobreprecios y sobornos.
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