Las calles de Caracas vuelven a convertirse en el epicentro de la resistencia al régimen de Nicolás Maduro, con una manifestación liderada por María Corina Machado que promete ser histórica.
En respuesta, el gobierno chavista desplegó más de 1.400 efectivos de seguridad para intimidar a los manifestantes y reafirmar su control.
Desde el fin de semana, Caracas ha sido tomada por patrullas nocturnas lideradas por el ministro de Interiores, Diosdado Cabello, y la instalación de tarimas oficialistas en puntos clave como la Plaza Altamira y la calle Élice, bastiones tradicionales de la oposición.
A estas acciones se suma la activación de los llamados Órganos de Dirección Integral (ODIS), una estructura que centraliza las Fuerzas Armadas, la Milicia Nacional Bolivariana y cuerpos comunitarios bajo la justificación de “defender la paz”.
En la práctica, las ODIS funcionan como un mecanismo de control totalitario, diseñado para reprimir cualquier expresión de disidencia antes del 10 de enero, fecha en que el presidente electo, Edmundo González Urrutia, debería asumir el poder tras haber ganado con más del 60% de los votos, según las actas del Consejo Nacional Electoral publicadas por la oposición.
Machado, desestimando las amenazas, convocó a los venezolanos a llenar las calles con el grito de “Gloria al bravo pueblo”, en una jornada que marca un nuevo desafío al régimen.
“El miedo no nos detendrá. Hoy es el día para demostrar que Venezuela no se rinde”, afirmó la líder opositora.
La militarización de Caracas es parte de una estrategia de represión más amplia, que incluye la desaparición forzada de figuras opositoras como Enrique Márquez, ex vicepresidente del CNE, cuyo paradero sigue siendo desconocido.
Además, el régimen chavista ha redoblado esfuerzos propagandísticos con la difusión de carteles de “se busca” contra siete expresidentes latinoamericanos que han respaldado a González.
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