Un país bipolar

Ene 8, 2025

Por Aurelio Dávila

Estamos a poco más de un mes de las elecciones presidenciales que definen quienes manejaran el país los próximos 4 años. Tenemos candidatos de todos los gustos, sabores y colores. De todas las tendencias, un amplio menú para escoger.

Pero los ecuatorianos están polarizados, todas las encuestas serias ubican a Daniel Noboa, de ADN, y Luisa González, de RC, en los primeros lugares; y el que ocupa el tercer sitio no supera el 5%. Esto tiene su lado positivo y su lado negativo.

En lo positivo, rescato que el ecuatoriano ha marcado territorio, sea como fuera, rechaza un estilo para apoyar otro, no analiza detenidamente las propuestas de uno y del otro. En lo negativo, hay más un voto anti cierta tendencia que pro ciertas propuestas, pesa más el saber quién no queremos que nos gobierne a buscar la mejor opción para que nos represente. Es decir, sobran candidatos o como dice la canción: “No hay cama para tanta gente”

Solución, es hora que se ponga un alto a tanto candidato. La única forma que se me ocurre de poner un freno es cambiando radicalmente el Código de la Democracia y que el Estado deje de financiar las campañas políticas. Para este 2025, los impuestos de los ciudadanos financian con $5 millones a 16 candidatos; más de la mitad de ellos recibirá más dólares para su campaña que votos en las urnas. El pueblo ecuatoriano, a través del Estado, no puede seguir pagando las campañas políticas. Y he puesto como ejemplo solo el caso de los presidenciables, si analizamos a los asambleístas será más evidente el despilfarro de los fondos públicos.

Volviendo al tema de la bipolaridad, estamos ante dos opciones, léalo como quiera. Opción uno, votamos por el correísmo o por anticorreísmo; la opción dos, votamos por el continuismo de Noboa o votamos en contra el continuismo del actual gobierno. Qué pena no escoger entre los planes de gobierno, propuestas de gobernabilidad, o qué ofrecen en seguridad, educación, salud, economía, naturaleza, cultura, etc., etc. Y seguiremos así, hasta que aprendamos a votar con la cabeza y no con el corazón.



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