El Código de la Democracia, en su artículo 93, establece que los dignatarios que aspiren a la reelección inmediata al mismo cargo deben solicitar licencia sin remuneración desde el inicio de la campaña. Sin embargo, la decisión del presidente Daniel Noboa de no acogerse a este requisito ha generado controversia, colocándolo “bajo la lupa” y poniendo en entredicho la democracia en el país. Esta actitud podría interpretarse como una muestra más de cómo las autoridades de turno actúan según su “regalada gana”.
Esta decisión del mandatario parece ser solo el comienzo de un nuevo escándalo que los ecuatorianos tendremos que enfrentar durante los 33 días de campaña que culminan el próximo 6 de febrero, fecha estipulada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el cierre oficial de las actividades proselitistas. Como si esto fuera poco, se suma la tensión generada por las fricciones internas en el gobierno, particularmente con la vicepresidenta Abad.
El hecho de que Noboa no haya solicitado licencia para realizar campaña con miras a las elecciones generales del 9 de febrero abre la posibilidad de que organizaciones políticas, sociales y ciudadanas analicen denunciar presuntas infracciones ante el Tribunal Contencioso Electoral (TCE). Esta situación plantea serias dudas sobre el cumplimiento de las normas y podría sentar un precedente peligroso.
En este contexto, resulta pertinente recordar el manifiesto del lingüista estadounidense George Lakoff, quien en su Manifiesto por la Democracia en 2025 nos exhorta a ser valientes. Entre sus 16 puntos, el primero advierte: “Los autoritarios quieren que te sientas impotente, porque eso facilita su trabajo”. Asimismo, el octavo subraya la importancia de la rendición de cuentas: “Los autoritarios prosperan con la impunidad. La injusticia se debilita bajo la luz del escrutinio”. Y el punto doce nos invita a aprender de la historia, recordándonos que ignorar la Constitución y las leyes conduce inevitablemente a una pérdida de institucionalidad.
La mejor decisión que podría tomar el presidente es pedir licencia. Esto evitaría inconvenientes que no solo afectarían su candidatura, sino que también podrían desacreditar el sistema electoral y la democracia en su conjunto. La negativa de Noboa lo coloca en una posición extremadamente delicada, ya que cualquier acción que realice en su calidad de presidente podría interpretarse como parte de su campaña y someterlo a posibles denuncias ante el TCE.
Un ejemplo claro de esta situación se dio hoy, durante el primer día de campaña oficial. En su discurso desde el balcón del Palacio de Carondelet, Noboa declaró: “Ustedes y este Gobierno vamos a lograr que en cinco semanas resurja al fin el país. Debemos estar atentos a lo que está pasando. Es una lucha histórica contra la desigualdad, la delincuencia, la indolencia. En cinco semanas venceremos. Necesitamos su apoyo. Necesitamos una Asamblea que apoye, que no ponga trabas a nuestros proyectos, que se ponga la camiseta del Ecuador y trabaje por su progreso”.
¿Es este el discurso de un presidente en ejercicio, enfocado en su gestión administrativa, o es una clara muestra de proselitismo utilizando bienes del Estado? Si este acto lo realizara otro candidato o partido en otro contexto, ¿sería aceptado o cuestionado por la opinión pública? Si la respuesta es negativa, el llamado es claro: debemos insistir en el respeto a las leyes, más allá de intereses o acomodos personales.
En conclusión, un gobierno que desprecia la democracia y vulnera sistemáticamente la ley no puede legitimarse argumentando que enfrenta un golpe de Estado, como sugieren algunas narrativas recientes. Parafraseando a Walt Whitman: “Haz ruido, sé fuerte y di lo que piensas”. Es momento de mantener el foco en lo importante: la defensa de la democracia.
0 comentarios