La instrumentación ideológica del Fénix: un mito con sabor a seguridad

Ene 6, 2025

Por María Fernanda Noboa

El debate en torno al Plan Fénix, como parte de la estrategia de seguridad implementada por el actual gobierno, tras haber declarado la existencia de un Conflicto Armado Interno, el 9 de enero de 2024 (mediante Decreto Ejecutivo 111) ha puesto sobre el tapete la ligereza de “bautizar” a un Plan Operativo con dicho nombre, para hacer frente al creciente proceso de criminalización del Estado. Esto muestra a todas luces que no se tomaron en cuenta varios aspectos medulares para situar algunos elementos que son importantes dentro de la problemática de seguridad del país. Este mito hace referencia a la instrumentación ideológica del Ave Fénix- cuyas referencias llegan desde varias tradiciones históricas legendarias, como la griega, la romana, la egipcia y hasta la china. La más asimilada culturalmente es la griega que se consolida en la época minoica griega, durante la primera cultura del Edad de Cobre y Bronce, surgida en la Isla de Creta. Más allá de hacer un recorrido histórico de su mutación del simbolismo y su proyección, resulta interesante, traerla a colación frente al crítico problema de seguridad que vivimos en el país.

La denominación del Plan operativo para hacer frente a la inseguridad en Ecuador exige repensar cuál de las características (nudos de significación como sostiene la semiótica de la cultura) han sido relacionadas con las claves originales del mito: como belleza de un ave de larga vida, resurgimiento entre llamas y combustión, la renovación, la consagración, la purificación, majestuosidad, vigor, la virginidad celestial y, hasta, la excepcionalidad.  Al parecer el desconocimiento de la denominación Fénix de conocidas operaciones militares y planes contrainsurgentes, cuyo actor tras bastidores fue Estados Unidos: como la Operación Militar en Vietnam (1968- 1972); El Salvador (1981-1992); y Colombia (2008 sinónimo del Ataque de Angostura), muestran claramente que la calificación de la  amenaza (contrainsurgente, contraguerrilla, contranarcoterrorista) ha sido el puntal que ha permitido construir la imagen de que el  renacer y el resurgimiento de “lo nuevo” es posible- no de modo absoluto-[1], dejando atrás lo viejo, con acciones de fuerza. Se ha configurado la asociación aparente belleza/ fortaleza/ muerte/renacimiento, manteniendo oculta la condición de violencia, uso de la fuerza e implicaciones.[2]

La militarización de la seguridad interna, fórmula que ha sido cuestionada ampliamente por académicos, investigadores y tomadores de decisión a nivel multiescalar por sus fracasos, en varios países de la región, y en el caso de Ecuador responde a la figura del Plan Operativo “Fénix, que no está arraigado a una Política de Seguridad Estatal, y peor a una institucionalización orgánica del sector. Posiblemente, la novelería, convertida hoy en   tatuaje en la geografía corporal del actual Presidente da cuenta de que la “escritura de la amenaza” consagrada en el CANI, deriva de los intereses y percepciones de la unidad decisoria política del Estado en seguridad (con intervención del COSEPE) con incidencia de las concepciones que al respecto tienen diversos países que cooperan con Ecuador para neutralizar a las estructuras criminales. Esto en medio de confusos “imaginarios” de guerra- sin serlo- enfrentando tres tipos de estructuras a la vez que no aparecen claramente conceptualizadas en el Decreto 111 (criminalidad organizada, 22 grupos de terroristas y grupos beligerantes) y que, como es obvio, dificultan- incluso- las prescripciones y principios del uso de la fuerza en el marco del Derecho Internacional Humanitario para conflictos armados, también expuestos por el Comité Internacional de la Cruz Roja y que generan una amplia vulnerabilidad contra diversos grupos de pobladores (niños, mujeres, adultos mayores).

En medio de ello, también y parece sencillo, un nombre ha definido la orientación estratégica del bloque de seguridad (honor, astucia, preservación en el tiempo) del tipo de operaciones militares y policiales empleadas, las respuestas coyunturales a eventos no previstos, al uso de inteligencia requerido y el rol de los organismos de Derechos Humanos, entre otros.  

Al parecer, desde el entendido de que el país podría resurgir de las cenizas, mediante un anhelado nivel de resistencia y poder, disminuir el número de muertes violentas, detener la proliferación de diversos tipos de violencia, neutralizar el aumento de sicariatos, controlar las narrativas de reproducción ideológica, política y criminal, frenar la destrucción de infraestructuras, el nombre Fénix ha sido implantado casi heroicamente. Plan Fénix se ha convertido  en una especie de “entidad fantasma” que apareció de manera singular, para enfrentar los diversos tipos de violencias, muertes, control territorial, criminalidad, delincuencia, sicariatos, extorsiones, asociadas a los 10 mercados criminales- que no solo es narcotráfico- y la agencia de múltiples actores criminales/delincuenciales polarizados, atomizados y reproducidos de manera exponencial, en medio de contextos de  gobernanza criminal cada vez más arraigados, a pesar de los visibles esfuerzos realizados.


[1] El caso de Vietnam es icónico

[2] https://revistas.iaen.edu.ec/index.php/estado_comunes/article/view/120/116 ( Revísese: Noboa, 2019)



0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



Te puede interesar


Suscríbete a nuestro boletín



Lo último