Son tres normas que deben regir todos los actos de los seres humanos. Traigo a colación esta trilogía de términos en relación al caso de la señora Vicepresidenta.
La hoy Señora Vicepresidenta, que fue seleccionada y elegida por el entonces candidato Daniel Noboa para que le acompañe en su fórmula presidencial hace año y medio, debe cumplir la principal norma ética fundamental que no está estipulada en la Constitución y que es ser leal a quién le escogió como su segunda a bordo.
Entre la primera y segunda vuelta de las elecciones 2023, la relación entre los dos se rompió; no se conocen las razones de este distanciamiento, pero se evidenció el día de la posesión. Mientras el Presidente, cumpliendo a cabalidad lo estipulado por la Constitución y se posesionaba en la Asamblea Nacional y luego concurría a Carondelet, sede del Gobierno Nacional, la Vicepresidenta optó por acudir a un mercado quiteño a tomarse un baño de (escasa) popularidad. El día uno de sus funciones ya optó por hacer lo que ella consideró oportuno. Fue legal, pero no es ni ético ni justo.
Ya en el desarrollo de las funciones, Daniel Noboa optó por no contar con ella para sus decisiones y gobernar sin ella, porque la Constitución (Mamotreto de Montecristi) así lo determina, el Vicepresidente cumplirá las funciones que le delegue el Primer mandatario, entonces, legalmente Noboa decidió que Abad debe estar en Israel y Turquía cumpliendo funciones totalmente ajenas al Gobierno. Nuevamente, es legal y ético, pero no es justo.
Luego, vino la suspensión impuesta por el Ministerio de Trabajo a la Vicepresidenta por abandono del cargo, fueron 150 días dentro de un campo ético y justo, pero no legal. Obviamente, la señora Abad optó por el tema legal y la sanción fue suspendida. Hoy, ella deambula por el Gobierno, sin funciones, sin delegaciones y únicamente cumpliendo el mandato constitucional de ejercer la Vicepresidencia sin hacer nada.
Abad, por ética, al no ser funcional para el Presidente, debería renunciar a su cargo. Quién la escogió no la necesita, no le es útil en su Gobierno, le es incómoda y hasta se puede decir que es una enemiga para la gobernabilidad. En este lío legal y constitucional, que no es justo para el país, la única opción es que, por justicia, Verónica Abad renuncie a su cargo y deje que la Asamblea elija a su sucesora con base a una terna enviada desde el Ejecutivo.
¿Qué le sostiene a Abad? Interpreto que únicamente su lógica ambición de ejercer la Presidencia durante el período que Noboa sea candidato en busca de su segundo período presidencial.
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