Somos nuestra historia y las historias que nos cuentan. La realidad, diferente en cada contexto, varía con nuestras necesidades e intereses, que se cumplen en tanto cuánto nos pongamos de acuerdo unos con otros para sostener la vida y la civilización, caso contrario la disputa y el conflicto conllevan caos y muerte.
Las historias que nos cuentan las construimos a lo largo de la existencia de la especie y tienen al menos cuatro fuentes básicas para sentir, comprender y transformar la realidad, y tomar decisiones en función de ellas:
- Aquella que es objetiva, es observable y reproducible en todos los contextos, demostrando su veracidad y relevancia, nuestras decisiones basados en ella son prolíficas.
- Las historias que argumentan un origen sobrenatural, nos llenan de esperanza y ofrecen la vida tras la muerte, tienen muchos orígenes y por tanto muchos dioses, todos respetables en el contexto de su aplicación histórica y geográfica.
- Las historias que se construyen para vivir en comunidad en base a la cooperación, regida por normas, reglas y leyes cambiantes, que transformando el entorno generan mejores condiciones de vida, en base a las revoluciones tecnológicas: desde la siembra, el arado, la domesticación animal; la exploración y explotación de la máquina para la industria, hasta la inteligencia artificial.
- Las historias que argumentan una forma de intercambio de capacidades en cooperación, para transformar contextos que satisfagan nuestras necesidades y aspiraciones, esas formas de intercambio progresaron del trueque al dinero efectivo y ahora al dinero digital.
Como podemos inferir, estas y muchas otras historias se mezclan y nos dan las más diversas formas de ver el mundo, en cada una de ellas existen unos más beneficiados que otros, lo que acarrea disputas y conflictos; estaremos de acuerdo en que tenemos 2 caminos: o cooperamos o nos destruimos.
La navidad y el año nuevo son fiestas que emanan de algunos orígenes y aglutinan estas cuatro formas de sentir y ver el mundo bajo sentimientos de solidaridad, compasión y esperanza, que se estrellan contra la ambición, el quemeimportismo y la rabia de los poderosos de oriente y occidente, aunados en ideologías y religiones anacrónicas que lejos de integrarnos en la cooperación, nos condenan a la ira y destrucción. Es hora de buscar nuevos líderes, y enterrar a esos enfermos aferrados al poder, que desde sus resentimientos engendran odio, engaño, hurto, agresión y soberbia.
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